Prólogo.

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Prólogo.

—Lynx Grindelwald...

Un par de ojos de diferentes colores se abrieron bruscamente, cuando un dolor punzante atravesó la cabeza de la castaña al oír la voz, logrando que la chica chillara y se arrastrara hacia el fondo de... ¿Dónde estaba?

Miró el espacio con disimulo, detallando todo lo que su escasa capacidad visual le permitía. Estaba encerrada en una especie de mazmorra... una que le parecía bastante familiar.

—... Eres lista, sin embargo —seguía hablando la voz, captando su atención—. Lograr atarlos a ti por un juramento inquebrantable, luego exponerlos ante el mundo mágico e intentar escapar de tu propio desastre sola.

»Me pregunto... ¿los mataste o simplemente les diste esa poción increíble que inventó tu hermano?

Los recuerdos llegaron, repentinos y furiosos, llenándole el cerebro de odio, rencor y un miedo que le atravesó el pecho.

Mis chicos.

—Vete a la mierda.

La risa ronca atravesó el aire, haciendo que su garganta se secara repentinamente.

—Tan irrespetuosa y rebelde... has causado muchos problemas allá fuera— murmuró el hombre—. ¿Crees que me darían los 5 millones de galeones que están ofreciendo por tu captura?

¿Ya había subido a 5 millones la recompensa?

Se quedó callada, escuchando al hombre caminar enfrente de la reja de forma repetitiva. Pasos que se volverían los protagonistas de muchas pesadillas en el futuro, de eso estaba segura.

—Apuesto que sí —dijo divertido—. Sin embargo, a mí no me hace falta el dinero... y no te necesito ilesa para mis propósitos.

Estuvo a punto de cuestionar los supuestos propósitos, cuando el Cruciatus impactó su cuerpo, arrancándole un grito desgarrador. Su visión se volvió borrosa por las lágrimas, y cada fibra de su ser pareció arder por el dolor.

Intentó concentrarse, recordar las enseñanzas sobre cómo resistir las imperdonables, pero la intensidad de la maldición la superaba.

—Ahora, niña— dijo el hombre, su voz teñida de satisfacción—, dime dónde están. Quiero el lugar y la palabra secreta del Fidelius que utilizaron para la casa segura.

La castaña cerró los ojos con fuerza, intentando bloquear el dolor. No había hecho toda esa mierda para traicionar así a su familia, jamás lo haría después de todo lo que había pasado.

Respiró hondo, tratando de encontrar alguna reserva de fuerza. Le temblaba la mandíbula cuando alzó la vista, mirando directamente hacia la oscuridad que bañaba a la figura encapuchada.

—Nunca —logró decir entre dientes.

El hombre rió de nuevo, un sonido cruel y despiadado lleno de odio.

—Veremos cuánto tiempo puedes resistir, pequeña Grindelwald. Veremos cuánto tiempo antes de que me ruegues que te mate.

Y con eso, lanzó otra maldición Cruciatus, sumergiéndola de nuevo en el abismo del dolor.

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Lex:

Ya me emocioné (⁠〒⁠﹏⁠〒⁠).

Sussurro [Draco Malfoy y Harry Potter].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora