Zozobra la embarcación del señor Alamir frente a los vientos de levante. No puedo dejar de pensar en Dirde y en todo lo acontecido en la antigua polis más allá de su devastado aspecto exterior; lo que más me ha conmocionado es su baja seguridad y su falta de previsión ante las subidas del mar, acontecidas por el inmenso calor de los últimos años. Prácticamente no recuerdo un año frío como los que cuentan los ancianos, a pesar de conocer el estado congelado de las tierras al norte de Tarthe y el Mesotalassa. Según nos han contado en el scolaio, la tierra está calentándose cada vez más, el hielo se descongela dejando más espacio al reino de Athlem, subiendo metros a pasos agigantados.
Lo que Alamir transporta cada día, no es otra cosa que murallas de fuerte vidrio para que la ciudad de Dirde, aguante y termine de prepararse para el inminente azote del agua y no sucumbir bajo las altas mareas. Un intento de subsistencia perdurable.
En τ'ida siempre he visto cómo los guardianes titánicos de la ciudad, nos protegen reforzando nuestros muros vidriosos de contención, con cascadas circulares a distintos niveles, drenando parte del agua que sube en los canales interiores, también circulares que tanto caracterizan a mi polis.
Aun así, τ'ida posee un gran tratado con las polis del Mesotalassa, por éste, construyeron una gran presa en las garras del Estrecho de Alkyos para mantener muy bajo el nivel de éste mar, y así sus polis, alguna de ellas cuna de la cultura actual, no terminen sumergidas por el manto de Athlem. También conservan sus aguas azules y saladas casi como estaban antes de la Gran Inundación, acontecida cuando Gadiro clavó la espada de su padre en la roca y partió la tierra dando paso al reino de Athlem a las bajas y fangosas tierras de alegres y pintorescos lagos como los describen los historiadores en sus viajes a las ciudades antiguas, los diplomáticos y los comerciantes.
He preguntado a Alamir por los habitantes de Dirde, y me ha dicho que se encuentran en el templo refugiados hasta que puedan volver seguros a las islas, pero por su aspecto, parece que los ciudadanos llevan años sin estar en los edificios. Me ha dado la impresión de que únicamente quieren proteger la polis antigua para huir y luego volver a lo que Athlem deje en la superficie.
El muelle en el que hemos dejado los materiales está en las afueras de la polis, construido especialmente para nuestras mercancías diarias. ¿Es todo ayuda humanitaria por parte de τ'ida? ¿Cómo se va a cobrar este favor en el futuro? O ¿Por qué lo hace si no?
La energía que cada día coge Alamir del cristal del templo eleva la velocidad a la que podemos navegar, impulsados además por los remeros condenados. ¿Cómo le permiten coger la energía? ¿No es ilegal su uso personal después de las Grandes Guerras? ¿Conserva aún el cristal de su familia? ¿El mismo que todos debieron entregar al regente después de la ejecución de la familia real?
El sol se oculta por el horizonte cuando de regreso a τ'ida, veo de lejos las siluetas de nuestros guardianes titánicos. Tras alcanzarlos, tenemos que esperar en diversos diques a que los agentes nos vayan nivelando por flotación con el nivel interno del agua. En un momento, nos dan paso al Gran Canal.
Según vamos pasando los puentes monumentales veo a la gente alarmada por los canales, actuando de forma extraña, la población está alterada, está la mayoría de gente en las calles. Algo ha debido suceder para tanto bullicio.
Las nubes grises de tormenta empiezan a retumbar con sus truenos y relámpagos en las paredes de la polis.
Atracamos en el puerto y sin pensarlo, voy a comenzar a limpiar según vayan bajando para adelantar y con suerte poder ir a descansar antes. Antes de empezar mi tarea, veo a los guardias del puerto hablando con el señor Alamir, me acerco disimuladamente para intentar escuchar
- ....culpa, yo les di el aviso a tiempo.
- Lo sabemos señor – escucho contestar a un soldado.
- ¿Cuántos esta vez? – pregunta Alamir bajando la voz.
- Han aparecido tres familias degolladas de momento, y también se han encontrado sin vida, los ganados vacunos para las fiestas de Athlem.
- ¿Estáis seguros de que ha sido Gërak?¿Dónde está? – pregunta Alamir mientras mi sangre parece estar congelada.
- Creen haberle visto en la parte alta de la polis – las piernas me flaquean nerviosas, las vasijas tras las que me he escondido no han aguantado mi peso y se han caído al suelo.
Aún sin respiración, noto una agonía visceral recorriendo mi cuerpo y sólo corro, el señor Alamir me grita, los soldados del puerto también pero nada salvo el escaso aire que puedo coger me puede frenar, tengo que ir a mi oiko. Tengo que ver a mi madre y a Nikkos, ver que están bien. No parecen responderme las piernas, pero subo la cuesta sin problemas más rápido de lo que creo que puedo hacerlo. Me meto por el callejón para atajar entre el laberinto de casas blancas y llego a la cima apenas sin aire, noto cómo los truenos parecen estar también en mis sienes.
- ¡Mamá!¡Mamá! – Grito sin aliento mientras abro la puerta.
- ¡Nikkos!- tan sólo el silencio me contesta. No hay nada de luz en la casa, estarán en el canal, a salvo, hablando con la gente. Me tranquilizo. Un relámpago ilumina parte del interior y veo un reguero de ¿Agua?... ¿Sangre? Va hasta las escaleras.
Con el corazón acelerado siento cómo el aire parece volverse denso, subo con rapidez y otro relámpago me ilumina el piso superior, todo parece bien, de nuevo oscuridad.
- ¡Mamá! ¡Nikkos! Soy yo ¿Estáis bien? – pregunto nervioso casi quebrándose mi voz.
Escucho crujir el suelo de madera al final del pasillo, algo parece rodar hasta mis pies, el instinto dentro de mí me pide a gritos que me aleje y que no me agache, pero ya es tarde, otro relámpago ilumina fugazmente y veo entre mis manos la cabeza de nuestro gato Ankrí. Las náuseas me azotan de la impresión al notar la sangre caliente por mis dedos.
Continúo como puedo por el corredor, entro en la domatio de mi madre y "¡Por Athlem!"
- ¡Mamá! ¡Nikkos!- enciendo como puedo unas veriklas y no quiero contemplar la escena, frente a mí yacen los cuerpos sin vida de mi madre y mi hermano.
La sangre llena toda la cama, de pie en una esquina observándome hay una sombra grotesca.
- ¡Fuera!¡Maldito seas! – cojo la luminaria y se la lanzo con fuerza mientras las lágrimas se agolpan en mis ojos, luchando por salir casi impidiéndome ver.
- ¡Mamá!¡Nikkos! – me da igual que pueda atacarme a mí, tengo que hacer algo, tengo que zarandearles, que despierten y huir juntos de aquí. Las lágrimas me emborronan la visión de sus cuellos casi separados de sus cuerpos a mordiscos y no poseen el corazón en sus pechos, solo un alarido brota de mis entrañas. ¿Por qué han sufrido tanto? ¿Por qué?
- ¿Por quéee? ¿Por qué tanto dolor Athlem? ¿Por quéeeeee? – grito al cielo desesperado. La sombra no se mueve ante mi inquietud y solo la tormenta parece responderme.
En un movimiento rápido Gërak apaga la verikla y la oscuridad me rodea de nuevo. Puedo oler el fétido aliento del dolófono, no puedo pensar, los pelos de la nuca se me erizan, tengo que correr.
Alcanzo la puerta y continúo por el corto pasillo hasta las escaleras, no puedo respirar, debo huir, un fuerte gruñido, como el de un toro bufando viene tras de mí, una gruesa mano me coge del pie y me hace perder el equilibrio. Cojo aire esperando el golpe de la caída, pero nunca caigo, noto los dientes entrando en mi pierna. Un grito desgarrador sale de mi boca. Un relámpago cegador casi borra de mi vista a la bestia.
- ¡Chico!¡Mynnos! – escucho la voz del Sr. Alamir en el piso de abajo.
- ¡Aquí!¡En la escala! – grito mientras intento no moverme para evitar que me desgarre la carne.
Gërak suelta mi pierna y la mole de su cuerpo se abalanza sobre Alamir; caigo deseequilibrado, me golpeo la cabeza. Tumbado en el suelo y desde donde me encuentro no veo nada, solo oscuridad, todo me da vueltas, me cuesta respirar, pierdo la consciencia, me sumerjo en el negro kaos de la nada.
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ALBOR - Un nuevo comienzo -
RandomIvy, una joven de dieciséis años que vive en un mundo tecnológico, se encuentra inmersa en sus estudios, su rutina y ¿sus sentimientos? cuando todo parece desvanecerse.... Una novela juvenil distópica cargada de intriga, tensiones y amor. ¿Estás pr...