Abro los ojos y veo el techo lleno de pequeñas grietas de una habitación que nunca he visto. Un martillazo resacoso me atiza rápidamente en la cabeza, noto la pierna dolorida pero mi dolor más grande es la nada, el vacío que noto dentro de mí, la angustia de no haber estado en casa para haber intentado ayudarles o haberme ido con ellos ¿Por qué Athlem y el resto de dioses me han dejado en este mundo?¿Por qué han permitido que Gërak aparte de la vida a mi madre y al pobre Nikkos?
No sé dónde estoy pero realmente no me importa, ni siquiera tengo ganas de respirar. Me incorporo del diván en el que me encuentro e intento levantarme, la pierna me duele. Miro el tobillo y lo tengo tapado con paños trenzados, deben haberme curado, pero no me encuentro en ninguna sala del centro de recuperación, al menos que se le parezca o que yo haya estado antes. Me acerco como puedo a la puerta que veo por la luz de las lámparas de aceite que hay encendidas. Cojeando abro y veo un pasillo iluminado por luz eléctrica. En ese momento una voz a mi espalda me sobresalta, es Alamir.
- ¿Cómo estás Mynnos?
- Mal ¿Tú qué crees? – le respondo con voz carrasposa y desganada; sin parar sigo andando como puedo sin mirarle.
- Ese pasillo no tiene salida, es mejor que descanses.
- No quiero descansar ¡Quiero verle! ¡Quiero que pague por lo que ha hecho! – exijo alterado sin apenas saber de dónde me salen las fuerzas.
- ¡Está apresado en el templo! ¡La sentencia será de muerte! Tranquilízate.
- No puede morir, eso sólo le liberaría, sería libre de no sentir más, de no pensar cada cronín en cada una de las vidas que ha quitado. – digo nervioso mientras me acerco cojeando a Alamir.
- Pero es la condena por ser un dolófono.
- Si sentías algo por mi madre, como creo que hacías, aparte de los chantajes que querías que creyera, hazme caso. Te lo suplico – empieza a quebrarse mi voz que creía firme – que le encadenen de por vida, que me dejen hablar en el juicio como voz de las víctimas.
- ¡No puedo hacer eso!
- Eres muy influyente, habla con ellos y me dejarán hablar. – Alamir mira mi cara de desesperación mientras le cojo de la toga.
- Está bien, intenta descansar, a ver que puedo hacer- me dice con gesto preocupado. Le suelto y me acompaña hasta la habitación, una vez dentro, escucho cómo me echa la llave dejándome encerrado dentro.
- ¡Alamir! ¡Mathous! ¡Mathous déjame salir! ¡Habla con ellos o les contaré todo!¡ Revelaré los sucesos de Dirde! ¡Mathous! – Golpeo una y otra vez la puerta sin obtener más respuesta que la de mis lágrimas de impotencia deslizándose por mis mejillas. Apoyo la espalda en la puerta y me dejo arrastrar hasta el suelo, del mismo modo que mi corazón se sumerge en el negro lodo de la amarga pena.
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ALBOR - Un nuevo comienzo -
RastgeleIvy, una joven de dieciséis años que vive en un mundo tecnológico, se encuentra inmersa en sus estudios, su rutina y ¿sus sentimientos? cuando todo parece desvanecerse.... Una novela juvenil distópica cargada de intriga, tensiones y amor. ¿Estás pr...