CAPITULO 41

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Reconozco que estoy enfadada con Ivixen y Edwan, el chico del corredor. Sin embargo no puedo culparles por huir y escaparse de éste arca infernal. Cada día hay menos comida y el calor es cada vez mayor. Hemos empezado a ver tierra ésta mañana, pero Rannield no me ha dicho nada sobre si nos dirigimos a ella.

Mi única amiga en el arca es Élpyd ¿Quién me lo iba a decir? Se preocupa de los niños pequeños, les pregunta si han comido y ha dejado atrás su raro instinto de provocar situaciones que llamen la atención de los demás. De vez en cuando hablo con la princesa atlante, Neitho, pero sigo echando de menos a Ivy. Me ha dejado una nota despidiéndose, diciéndome todo lo que le ha emocionado y gustado el tiempo que hemos disfrutado de nuestra amistad, me invita a buscarnos después de todo lo que sea que esté ocurriendo ¿Será posible reencontrarnos? Creo que no, hace días, dejaron de funcionar los radares del arca y la luz del cristal desapareció, ha perdido toda la energía acumulada. Khemet intentó reavivarle o recargarle pero murió en el intento, dejándonos a todos con gran consternación.

Tengo que agarrarme, parece que zozobramos ¿Ha sido otro temblor? Voy hacia un lateral de cubierta y me asombro, parece que navegamos por el cauce de un caudaloso río, más allá veo el agua con menor profundidad. El mar se ha adentrado en el continente. La tierra más cercana posee un color más oscuro que mi piel, negra, llena de nutrientes.

- ¡Hellsyopte! – Escucho a mi hermano llamarme por mi nombre completo

- ¿Sí Rannield?

- Es posible que encallemos pronto.

- ¿Y qué haremos? Salvo por la tierra negra de la orilla el resto parece desértico – digo asustada al imaginarme bajo el Sol abrasador sin agua ni sombra.

- Khemet tenía marcadas varias zonas hacia las que podría dirigirse el arca, ya que el cristal busca una zona o línea de energía natural para recargarse.

La balconada de proa donde estamos se empieza a llenar de personas

- ¿Tardaremos mucho? – pregunta Rannield a unos seguidores del consejo

- No, el río se va encajando y no será lo suficiente profundo para el templo.

- ¿Dónde estamos? – pregunto pero todos se miran perdidos.

- Ya no importa, nada es lo que era ¿Por qué los lugares deben seguir siendo los mismos? – me responde Neitho a mi lado.

- ¿Cómo? - pregunto anonadada.

- Todos los grandes pueblos han sufrido alguna desgracia, tenemos que empezar de nuevo, probablemente sin nada de tecnología. – me explica Rannield.

- ¿Entonces podemos llamar a este lugar como queramos? – pregunta Élpyd.

- Sí, totalmente – le dice la princesa atlante.

La alarma resuena un instante antes de notar como impactamos contra una roca, el arca no se para y empieza a virar siguiendo la misma dirección. El choque y el giro nos tira al suelo perdiendo el equilibrio. Un instante después noto cómo el arca va frenando y mientras gira sobre sí misma, qué mareo. Enormes estruendos rugen bajo nuestros pies, el arca se está incrustando en la piedra que haya bajo la tierra negra y el desierto. Me levanto muy mareada y contemplo un salto de agua considerable. Al fin paramos.

- ¿Estás bien? – me pregunta mi hermano.

- Sí estoy bien.

- ¿Se os ocurre algún nombre?

ALBOR - Un nuevo comienzo -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora