Capítulo V: El mal y el bien de las Maldiciones

77 27 12
                                    

El Libro de la Tragicomedia, presenta...

El mal y el bien de las Maldiciones

Al principio de todo ese desastre Jung Seojun se negaba a creer que su madre había muerto, pues era un ser inmortal, pero no contó que en ese mismo momento dejó de serlo, había recuperado un poco de su divinidad, pero así como apareció, desapareció muchos llegaron a esa conclusión, que Dafnet Collen estaba muerta, pues, quien sobreviviría a una iglesia abandonada que estaba colapsando y que sospechosamente había bombas dentro de ella aquellas se activaron segundos antes de que la iglesia cayera abajo por completo, como si los autores del atentado querían asegurarse de que nadie saliera con vida del lugar, pero como... si las únicas personas que se encontraban ahí ni siquiera dieron su dirección, ningún humano, ángel o demonio sabía que ahí estaría Dafnet junto con lo que llamaba su último aliento humano. Ahí es donde Jung Seojun pensó que se trataba de las otras maldiciones, como su madre lo dijo existen maldiciones buenas como malas, en abundancia son malvadas, pero son pocos los que logran tener contacto con el mundo vivo, tal vez los enemigos de su madre tenía a una maldición que les informaba de todos los movimientos de su madre algo que no se le hizo difícil de creer, pues conoció a muchos así, la pregunta es quien, qué maldición se atrevería a odiar a su madre para destruirla, acabar con ella, Henry no podría ser, pues, no estaba interesado en acabar con ella al contrario quería tenerla a su lado, quería controlarla, Jung Seojun recordaba que había un nombre en específico la cual era capaz de hacerla temblar, que no soportaba escucharla y ese era Henry, no recordaba quien era exactamente de Dafnet, pero parecía tener un cierto vínculo con su madre, como si antes de morir haya conocido a Dafnet y como los humanos son los más propensos a ser maldiciones, puede que sea una probabilidad, pero no estaba seguro existieron muchas maldiciones que odiaban a Dafnet, pero los únicos que podían hacerla daño eran los que tenía cuerpo propio, a través de ese cuerpo es lo que conseguían tener contacto físico con el mundo de los vivos, y era muy difícil encontrarlos.

— Cuáles eran esas maldiciones... los que tenían contacto vivo — A Jung Seojun le dolía tanto recordar, su mente era una niebla de recuerdos medio borrosos, eventos en las que estuvo o no, presente a los malos presentimientos que tuvo cuando su madre aún estaba viva — Umutsuz... — Umutsuz la primera maldición que acosó a su madre la conoció en vida, pero murió en los brazos de su madre, ¿cómo es que recuerda eso?, aquella maldición no era peligrosa, pero si atormentaba en los malos momentos, era su arma de filo — Marishka — Otra maldición, la maldición de un demonio joven y hermosa, pero cruel y perversa destruía muchos hogares por puro placer, al final terminaron matándola en la hoguera porque era muy entrometida, ¿pero cómo sabe eso?, hay ciertas cosas que Jung Seojun sabe, pero no tiene sentido del porqué lo sabe todas las conclusiones que saca es atreves de los recuerdos que van y llegan siendo su mejor armamento — Porque recuerdo esto, ni siquiera conocí ni estuve presente a estos sucesos... — se cuestionaba porque tenía esas visiones del pasado.

Shinyuu estaba escuchándolo sin mostrar una expresión en su rostro examinó al joven por segundos — ¿Te duele recordar? — le preguntó con una voz muy seria, algo que no era muy común en las maldiciones estos suelen ser carismáticos y burlones en temas serios, pero si son extremadamente serios no lo son, usan la postura más firme y sería que tienen tanto que se hacen pasar por las más oscuras de las maldiciones — Desde que a tu madre la reportaron muerta tu memoria ha decaído fatal, antes recordabas hasta cuando estabas en el vientre de tu madre ahora te duele hacer algo tan simple — Shinyuu fue en dirección de Jung Seojun como un fénix como fuego vivo, y cenizas cayendo tocó su frente y logró entender la situación — ¿Cómo puedes recordar los eventos de tu madre? — Le pregunto tan asombrado — Eso solo están en los recuerdos de tu madre, tú no estabas ahí — Sin duda Shinyuu estaba preocupado, Jung Seojun no tanto.

El Libro de la TragicomediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora