Capítulo XI: La presa inmune de una cruel maldición

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El Libro de la Tragicomedia presenta...

"Las presas inmune de una cruel maldición"

¡Jung Seojun! 

Fue el nombre que Shinyuu pronunció desesperadamente al ver cómo una sombra de gran magnitud sujetaba con mucha fuerza el cuello de Jung Seojun, haciendo que su piel adquiriera un tono morado por la falta de aire. Aquel monstruo o sombra tenía una forma humanoide, excepto por los enormes y largos brazos oscuros que poseía, acompañados de aterradoras y gigantescas garras. En total, contaba con aproximadamente nueve brazos, dos en los hombros y el resto distribuido por la espalda y abdomen, un cuerpo casi deforme, sus dientes exageradamente afilados. Sus ojos eran blancos y brillantes, y su sombra se asemejaba a un aire negro, como oxígeno carbonizado, como cenizas andando. Aquella mutación sin duda era una maldición, para nada amigable.

La brutalidad y crueldad con la que sujetaba a Jung Seojun desde la cama, en presencia de la pequeña, hizo que las maldiciones se alertaran al ver que esa amenaza ponía en peligro la vida del primogénito, quien aún luchaba por mantenerse despierto.

— L... l-la... n-i... ni-ña... — Con una voz bastante débil, acompañada de gemidos suplicantes y una lucha inquietante, habla Jung Seojun de manera inquietante. Pronuncia cada sílaba cada vez que siente entrar aire en sus pulmones — s... sa... sal-va... a... a la n... ni-ña —Inconscientemente más se siente, mientras espera alguna distracción de la esa maldición horrenda que le aprieta el cuello sin piedad alguna — ¡SACA A LA NIÑA! — A pesar de su lamentable estado físico, emite un enérgico grito.

La maldición ataca a Jung Seojun con fuerza, cubriéndole la boca con violencia. Esas garras se tiñen de rojo mientras cubren la voz del joven que pide auxilio desesperadamente. Jung Seojun suelta un gemido de dolor y terror mientras observa los ojos brillantes de su atacante. Jung Seojun, como reflejo, sujeta las garras de la maldición con ambas manos intentando desagarrarse de ellas, estas garras ejercían una presión tan fuerte en las mejillas del joven tanto que se puede ver cómo el flujo sanguíneo se derrama por toda su mejilla. El color modaro de su piel se forma al no poder fluir la sangre debido a que la presión evita el transporte del fluido en las venas de su rostro. Aunque su salud a Jung Seojun pueda importarle poco, no puede evitar sentir el atroz dolor de que le estén rompiendo la mandíbula en este mismo momento.

— ¡AH! ¡Mght! — Jung Seojun soltó un fuerte grito de dolor al sentir que las garras le atravesaban la mejilla y perforaban la región parotidomaseterina de su rostro. Si la intención del monstruo era destrozarle la cara, lo estaba logrando. La presión causaba un dolor intenso en los músculos dañados, además de fisurar el hueso facial. Ante esta brutalidad, Jung Seojun soltó otro quejido — ¡Ugh!

Sin embargo, a pesar del dolor, Jung Seojun continúa luchando por su supervivencia, pero sobre todo por la niña, quien, al presenciar tan perturbador ataque, no puede dejar de aterrarse. Sabe que no puede rendirse, que debe encontrar una manera de escapar de las garras del monstruo. Concentra toda su fuerza en un último intento desesperado por liberarse, moviendo sus piernas de un lado a otro con todas sus fuerzas, intentando patear al monstruo y alejarse de su alcance. Las garras aprietan su piel con más fuerza, dejando marcas rojas y sangrientas en su rostro, aún así él persiste en su lucha. El sudor resbala por su frente mientras se esfuerza por liberarse; la maldición enemiga lo tiene enfrente, sosteniéndolo en el aire con sus tenebrosas manos y causando más dolor al joven. La presión del agarre es tan fuerte que Jung Seojun ya siente la sangre dentro de su boca, sangre que lo ahoga, producto de las heridas internas causadas por el monstruo despiadado.

— ¡Mght! — Suelta otro quejido, con lágrimas que se deslizan desde sus ojos sollozantes y la presencia de la sangre que fluye bajo el tacto del monstruo.

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