𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐀𝐌𝐄 𝐌𝐎𝐎𝐍

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐𝟗

CAPÍTULO 29
"UN PASO HACIA LA ETERNO"

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Al tener una posible solución a la vista para Bella y el bebé, toda la familia Cullen estaba empezando a tener esperanzas, las cuales Andrea y Rosalie nunca habían dejado atrás.

Muchas bolsas de sangre eran ahora el alimento de Bella para de esa forma ayudarle a su cuerpo a recuperarse. Edward estaba vaciando una bolsa para ella en el momento en que su esposa conversaba con su padre, debía seguir con las mentiras, y cada vez eran más dolorosas para ella como para él.

—Ya suenas mejor —aseguró Charlie Swan al teléfono.

—Lo estoy —replicó su hija—, estoy mucho mejor.

—Todo arruinó tu luna de miel, ¿no?

—Sí... algo.

—¿Y lo demás? ¿Te sigue gustado la vida de casada? ¿Edward aun caminar por las aguas y todo eso? —bromeó el hombre.

—Sí, pero es diferente ahora.

—Lo importante es que estés mejor, y que pronto estarás en casa, ¿cierto?

—Papá, no quiero que te preocupes —pidió—... pero me iré a un centro médico en Suiza.

—¿Qué? ¡No! —protestó— No, no, no. No te irás a Suiza, ¿acaso no estás mejor?

—Lo estoy —afirmó la chica.

—No Bella, tomaré un avión. Le diré a Andrea que vaya conmigo.

—No. Es más bien como un... spa —Edward llegaba a la sala mientras la conversación no tomaba el mejor rumbo—. Y seguro ya estaría mejor para cuando tú llegaras.

—Yo... Bella, no sé.

—No vengas. Visualízame sana, como si estuviera comiendo pizza contigo y Andrea, o algo.

—¿Quieres que visualice? —preguntó incrédulo su padre.

—Dicen que ayuda. Visualízame así, como yo era. Me hará sentir mejor —las lágrimas amenazantes en los ojos de la joven rodaban luego por sus mejillas—. Tengo que dejarte.

—Bella... ¡Bella!

—Te quiero mucho —fueron sus últimas palabras para su padre antes de contar la llamada.

Dejando el teléfono a un lado, Edward caminó hacia su esposa para hablar con ella.

—Lamento haberme enojado tanto —pidió el vampiro sentado frente a ella.

—Yo estaría igual —confesó Bella si la situación fuera al contrario.

—Te he dejado sola en esto.

Sus manos se unieron en un cálido agarre.

—Matrimonio —bromeó ella para hacerlo sonreír un poco.

—Dicen que el primer año es el más duro —mencionó—... ¿Qué cosa?

—¿Qué?

—Oí algo que... di algo más —dijo para tocar su vientre.

—¿Cómo qué? ¿Edward, qué ocurre?

Una risa sorprendida salió de los labios de Edward.

—Le gusta el sonido de tu voz —aseguró.

—¿Lo estás oyendo, cómo?

—En mi mente —dijo asombrado por esa nueva sensación. Las manos de ambos padres se juntaron para intentar sentir su bebé—. También le gusta mi voz —sonrió.