Poema #36

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A mi padre, en el reino de la eternidad,
donde las estrellas son tu guía y realidad.
Aunque el tiempo se llevó tu presencia física,
tu amor y enseñanzas siguen en mi vida.

En la niñez, fuiste mi héroe y mi guía,
me diste consejos, luz en cada día.
Tus brazos, refugio en la tormenta,
y en tu sonrisa, encontré paz y aliento.

Hoy, en el cielo, sigues siendo mi estrella,
mi protector, mi amor, en esta huella.
Tus lecciones, como joyas, atesoro,
en cada paso, en cada nuevo oro.

Si, te fuiste, más nunca estás ausente,
en mi corazón eres un regalo presente.
En el rincón sagrado de la memoria,
vives como una eterna y dulce historia.

Padre, mi amor por ti no tiene fin,
en el cielo o en la tierra, sigues en mí.
En cada latido, en cada amanecer,
tu amor perdura, en mi ser, a renacer.

En este poema, mi homenaje sincero,
a un padre querido, a un amor verdadero.
Aunque el tiempo nos separe en la distancia,
tu amor eterno es mi dulce remembranza.

Poemario GóticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora