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―¿E-Estás bien, Lee? ― no pudo evitar que su voz sonara preocupada y temblorosa.

MinHo no lo vio, ya que sus manos y su mente estaban concentradas en mover la sopa que preparaba en silencio. Lo único que sabía cocinar eran diferentes tipos de sopas, pero poco a poco estaba aprendiendo más variedad con el libro de recetas que su madre le había regalado.

Él cocinaba y no obligaba a JiSung a hacerlo, ya que éste solo podía cocinar un poco de arroz. Los padres de Han lo tenían en una especie de burbuja y no le permitían hacer muchas cosas por su cuenta.

Además, su embarazo era delicado y él creía que al llevar dos bebés, sería el doble de riesgo dejarlo tanto tiempo parado o realizando actividades como la limpieza o la cocina, ya que se encargaba de la mayoría de las tareas del hogar. El menor se cansaba muy rápido y eso era preocupante.

JiSung observaba cuidadosamente la espalda de MinHo. Sus hombros parecían más tensos de lo habitual y eso le preocupaba.

“Felicidades, tienen mellizas.”

Eso lo alegró, sin duda. Ver por primera vez a sus bebés a través de esa pantalla en blanco y negro hizo que su instinto de protección hacia ellos floreciera, aunque fuera de manera leve. Estaba claro que no sentía un afecto hacia esos bebés como un padre debería sentirlo, pero esa sensación de querer mantenerlos a salvo, al igual que con JiSung, lo hacía cerrar los ojos y sentir un cálido sentimiento en el pecho.

Estaba seguro de que nunca sería el padre o la pareja que debería ser, ya que no estaba a su lado por amor, sino por hacerse cargo y ayudar a JiSung con lo que ambos habían creado y que crecía en su vientre.

Aunque quién sabe, tal vez con el tiempo les llegaría a tener el cariño que merecen.

No eran una familia, quizás nunca lo serían, pero ese momento tan íntimo en el que tomó sus manos y se sonrieron al enterarse de que tendrían mellizas hizo que pareciera que sí lo fueran, aunque solo fuera por un momento. Ese momento fue íntimo y cálido, pero cuando se dio cuenta de que ahora no solo tendrían un bebé, sino dos, eso le preocupó.

Apretó la cuchara con la que movía la sopa y cerró los ojos.

Se sentía miserable.

Apenas podían permitirse tomar sopa, y con suerte, algún postre preparado por sus propias y torpes manos. ¿Cómo planeaban cuidar de los bebés así? Los gastos se duplicarían, su sueldo apenas alcanzaba para alimentarlos a ellos dos, y sus platos solo los llenaban hasta un poco más de la mitad, ya que debían hacer que la comida les durara dos días.

Los bebés necesitarían pañales, ropitas, una alimentación adecuada, juguetes, amor y cuidados, un entorno saludable y lleno de cariño. Su departamento era pequeño y aburrido, ubicado en un barrio peligroso que, para él, era completamente inapropiado para criar a un niño. No podía brindarles ese entorno lleno de amor que ellas necesitarían, mucho menos en un lugar así.

Su mente ya se anticipaba al futuro, cuando las niñas fueran a la escuela. Necesitarían cuadernos, uniformes, materiales escolares y una escuela en la que se sintieran cómodas y seguras.

¿Cómo podría pagar todo eso?

JiSung no puede trabajar y pedirles demasiado dinero a sus padres puede parecer incorrecto y vergonzoso. Pensaron que podrían arreglárselas con un bebé, pero con dos, tendrían que hacer sacrificios extremos, como dejar de comer ellos mismos para asegurarse de que los bebés puedan crecer sanos y fuertes.

Sin embargo, si ellos no comen adecuadamente, podrían enfermarse y no habrá nadie que pueda cuidar de sus hijos.

Siente que está perdiendo el control de las cosas. El dolor de cabeza aumenta, el punzante dolor en su espalda le molesta y no le permite trabajar como debería. Se siente impotente al no poder hacer mucho para cuidar de JiSung y los bebés.

Atrapado. Así se siente. Una vez más maldice.

“¿Por qué tuve que ir a esa estúpida fiesta?”

Ahora es cuando siente arrepentimiento, porque desearía no haberse encontrado con JiSung, desearía no haberlo seducido y desearía haber utilizado protección. Podría haber seguido con su carrera y llegar a casa por las noches, donde su madre lo esperaría con una sonrisa y un delicioso postre hecho por ella.

“No sabía que era un doncel, fue su culpa, no la mía.”

Intenta sacudir esos pensamientos estúpidos de su cabeza, sabe que no es correcto pensar así, ni ahora ni nunca. No fue culpa de nadie, mucho menos de JiSung.

A pesar de todo, él sigue ahí, aunque sienta que en algún momento todo se derrumbará y que sus esfuerzos no valdrán la pena. Son como esas parejas que, aunque no se aman, permanecen juntas gracias a los hijos que tienen en común.

Es algo muy común en estos días. Sin embargo, en su interior, él anhela algo más, de alguna manera.

―Hey... Lee, ¿estás bien? ―elevó la cabeza y se dio cuenta de que la sopa se estaba quemando. Maldiciendo, apagó la estufa y retiró la olla de la cocina.

Suspiró, aferrando sus manos al borde de la encimera, tratando de mantener el control. No puede permitirse perder el control. No ahora.

Unas manos rodean la piel desnuda de su brazo y él sabe quién es. Es obvio que es JiSung, pero solo mueve su brazo para que este lo suelte, sin apartarse del todo.

―No estás bien, ¿por qué no descansas? Yo puedo... puedo poner la mesa y servir la comida―se miran durante unos segundos, sus latidos parecen sincronizarse.

MinHo puede ver el amor, la preocupación y el miedo en esos ojos dorados como el oro que lo observan con curiosidad. Esos ojos lo tranquilizan y siente cómo sus músculos se relajan. Recibe un tímido y suave beso en el brazo y las manos que lo sujetan tiemblan ligeramente. Una pequeña sonrisa se dibuja en los labios de JiSung. Su corazón parece latir más rápido y aunque no lo entiende del todo, siente que sus venas se llenan de cariño.

Abre la boca sorprendido y su sonrisa se hace aún más grande—. Estás sonrojado, ¡nunca pensé verte así!

La vergüenza se apodera de MinHo, aparta la mirada rápidamente sintiendo cómo la sangre recorre su cuerpo de manera acelerada.

―Tranquilo, yo también tengo miedo... Pero siempre hay una solución ― JiSung deposita un último beso en su brazo y retira sus cálidas manos. Él sabe cómo entender lo que MinHo siente sin que este diga nada. Ahora puede hacerlo.

“Siempre hay una solución”.

La frase se repite en su cabeza y el dulce sonido de esa voz temblorosa parece saborearla en su paladar. Por un momento, siente cómo ese cálido sentimiento lo llena, pero luego lo deja al borde cuando se da cuenta de lo absurdo de la situación.

Íntimo, esa palabra lo aturde cuando se trata de JiSung. No quiere sentir lo que sabe que él siente, porque es absurdo enamorarse de alguien a quien no conoce del todo.

Pero es inevitable. El amor es inevitable.

Sirve los platos y se asegura de servirle más a JiSung, ya que él debe comer bien. Lleva los platos a la mesa ubicada en la cocina y toma asiento para empezar a comer, sin darse cuenta de que alguien está tocando la puerta.

Un par de voces se escuchan a lo lejos y él piensa que es el sonido de la televisión.

Sin embargo, frunce el ceño porque ellos no tienen una televisión.

―Lee, tu mamá... ― escucha esa dulce voz y de inmediato levanta la cabeza.

Una mujer con una sonrisa tranquila y vestida con un vestido floral aparece en el marco de la cocina.

―Hijo, debemos hablar, por favor.

La mirada preocupada en el rostro de su madre casi lo confunde, pero él sabe por qué ha venido. Él se negará. Él tiene su orgullo.

Pero no sabe que irse a vivir con su madre podría ser la mejor opción.

❝Desire Of Love❞『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora