Vanilla Twink

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Las sábanas se arremolinaron alrededor de sus cuerpos calientes. La almohada yacía tirada en el suelo. Y el envoltorio del condón revoloteaba como mariposa al pie de la cama.

Las luces estaban sobre ellos iluminando sus pieles, había un micrófono encima de sus cabezas y tres cámaras enfocando diferentes partes de sus cuerpos. Se movían lentamente, pues el director les había pedido que este video en especial, no quería prisas. Quería toqueteos y sensualidad.

Pero había sólo una ley que se imponía Louis Tomlinson: "Jamás dejarse besar en la boca." Tal vez una regla ambigua en el universo de la pornografía, tal vez un poco cliché pero no quería que en los vídeos donde él aparecía, confundieran su trabajo con amor. Él simplemente se dejaba follar. No era amor lo que tres veces a la semana, dos veces por día, hacía. Era su trabajo. Era lo que le sustentaba la comida de todos los días y el plan de internet de su celular. La renta del piso cutre en el donde vivía y la colegiatura de su universidad.

Y si era trabajo, tenía que hacerlo bien. Abrió las piernas mientras arqueaba la espalda y gimió entrecerrando los ojos, tratando de no ver directamente a la cámara. Las personas se veían falsas si lo hacían. Unas manos grandes le recorrieron el torso y fingió estremecerse al tacto. El hombre que se cernía sobre él bajó a besarle el pecho y los pezones, enrollando cada uno con su lengua y erectándolos con el filo de sus dientes. Sintió los rizos de aquel rozar su piel y movió su mano directo a la entrepierna del chico. Se había colocado el condón, sólo faltaba el lubricante. Le estaba besando mucho el cuello y no le gustaba, la gente que entraba a esas páginas no venían a ver besos.

—Basta—Le susurró discretamente en el oído y el muchacho abrió los ojos encarando al pequeño joven que también recibía un sueldo para follárselo.

Louis vio aquellos ojos verdes y brillantes. Patrick se lo había presentado minutos antes de que comenzaran a filmar.

—Hola, soy Harry Styles.

Extendió su mano para estrecharla y Louis la tomó devolviéndole el saludo.

—Louis.

—Lo sé. Eres algo famoso.

Al escuchar la última frase, hizo una mueca de disgusto. No por él si no por el hecho de que era cierto. Había ganado mucha fama últimamente en el internet.

¿Era por su cuerpo? ¿Su rostro? ¿Sus gemidos fingidos? Tal vez una combinación de ellos pero habían comenzado a reconocerlo en la calle y eso le disgustaba. ¿Tanta gente veía pornografía? Comprobó que sí cuando en su universidad un grupo de chicos comenzaron a molestarlo.

No le importaba, ganaba bien y eso le hacía tomar menos importancia a las burlas.

Sin embargo, de alguna manera estaba conquistando aquel sucio mundo en el que se había metido. Comenzaban a llamarlo más agencias para contratarlo como actor exclusivo, querían hacerlo grabar con más de tres hombres a la vez, intentar con juguetes e incluso bondage.

Pero apenas era un chico de veinte años. No se sentía listo para aquello.

Por ahora, se conformaba con el dinero que le ofrecían por acostarse con un hombre a la vez, y la verdad, estaba más cómodo así.

El joven que había conocido hace apenas quince minutos, frunció el ceño y se acercó a morderle la oreja para hablarle. Era una estrategia que muchos pornstars aplicaban para comunicarse durante el acto sexual sin que la cámara lo detectara.

—¿Qué sucede?

Louis fingió gemir más alto.

—No más besos.— le dijo rápidamente mientras se daba la vuelta y elevaba su cadera en lo alto.

Vanilla Twink (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora