Gimió muy suavemente al sentir el algodón restregar su agraviada piel.
Trató de esconder su mejilla en la curva de su hombro pero la mujer le levantó el mentón con dos suaves dedos.
—Perdón pero tengo que hacerlo, cariño.
Louis se quitó una lágrima y asintió apretando sus delgados labios.
Alguien tomó su mano en un toque reconfortante, sin otra intención más que esa. Era el chico que lo había ayudado a levantarse una vez que el dolor le había impedido moverse.
Tenía marcas en su espalda y en sus brazos, pero la más grave desafortunadamente había parado a azotar en su mejilla justo en la cúspide de su pómulo.
—¿Te encuentras mejor? Aquel imbécil está demente, sabe muy bien que-...
—Por favor, no quiero hablar de él ahora.
No sabía qué era lo que sentía por Harry en esos momentos. Estaba muy confundido y el dolor era lo único que albergaba su cuerpo.
—Tienes razón, perdón.—El aludido asintió y se sentó a su lado apretándole la mano y poniendo la otra sobre el dorso del chico. Éste la apretó cuando la mujer le colocó una pomada y después una cinta que mantuvo cerrada la herida.
—¿Quieres que revise las de tu brazo?
Louis dirigió sus ojos cristalizados a la parte trasera de su bícep, mirando cómo varias líneas en color violeta le tatuaban la piel como si de un felino se tratase. Estaban hinchadas y bordeadas por pequeños puntos rojos, sin embargo lo único que quería hacer era irse.
—Creo que está bien. Yo me encargo de él. Contestó Zayn por su parte y la mujer le buscó la mirada para confirmarlo. Louis apenas si asintió y ella se fue recogiendo las gasas y los demás elementos.
Zayn se estiró y alcanzó una bolsa. Se la colocó a los pies del menor.—Traje tu ropa, aunque seguramente quieras quedarte con la bata.
Le habían quitado el traje de correas con mucho cuidado y la gargantilla también había quedado en algún lugar botada en el suelo porque se la había arrancado cuando le liberaron las manos. Su cuerpo parecía haber pasado tres veces por una demoledora, se sentía como un muñeco de trapo roto que había sido desgarrado por un perro, y su piel... Dios, su hermosa piel avainillada parecía mapa de constelaciones, galaxias y agujeros negros.
Quería a su gatito. Quería abrazarlo y tenerlo en esos momentos porque su pequeña bolita de pelos era la única compañía que de verdad lo reconfortaba.
Necesitaba largarse de ahí.
Tomó la bolsa con su ropa y se puso de pie soltando la mano de aquel moreno con ojos como el color de la miel.
—¿Quieres que te lleve? ¿Has comido siquiera algo? Se te ven todos los huesos.
—Estoy bien.
Se dio la vuelta tratando de encontrar la salida. No había rastro de Harry, y era lo mejor.
—¿Tienes coche? ¿O cómo te irás?
Recordó que ni siquiera se había venido en su bicicleta.
—Tomaré el autobús.
Caminó y la bolsa fue arrebatada de su mano.
—Yo te llevo. No quiero pretextos, niño.
[...]
El auto de Zayn era un clásico a diferencia del deportivo de Harry. Estaba impecable. Ambos parecían tener una fobia a la mugre que caía en la carrocería de sus coches.