Mariposas en el páncreas

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Sus alas de ángel le causaban cierta comezón y la aureola falsa se enredaba sobre su lacio flequillo impidiéndole ver adecuadamente.

—¿Son necesarios todos estos brillos, Patrick? Parezco una pegatina.

Él le echó un rápido vistazo acomodándose las gafas.

—Claro que sí, eres un inocente angelito perdido en el valle de los infiernos. Tienes que brillar mucho.

La asistente le frotó mas crema de esa brillosa por los brazos y las piernas. El especial de Halloween no era de los más interesante. Harry y él tenían que hacer el típico rol de Ángel y un Demonio.

Él quería algo más sangriento. Tal vez un científico desquiciado con un machete. O un zombie comiéndose su propio brazo.

Se acomodó el liguero blanco en su delicioso muslo izquierdo y la asistente bajó a estirarle las medias de red por el largo de sus torneadas piernas. Estaba usando unas bragas de encaje algo cortas y que se sostenían por los filosos huesos de su cadera.

Se removió incómodo cuando Patrick no apartaba su vista de él.

—¿A qué hora comenzamos?

—Cuando estés listo.

La asistente terminó de acomodarle las alas y le dio el consentimiento a Patrick para que comenzaran.

Vislumbró a Harry al otro lado del set con unos cuernos de diablo, una gran cola que terminaba en punta y unas alas negras grandes y peligrosas. Sonrió casi sin darse cuenta. Habían pasado la noche entera mensajeándose acerca de los ridículos trajes que los obligarían a usar mañana.

Habían tenido su segunda cita hace dos días.

Harry lo había llevado a una exposición en Santa Bárbara acerca de Quentin Tarantino y Stanley Kubrick y sus filmes más destacados. Louis había chillado de la emoción cuando en la entrada había una colección de cámaras viejas y las originales que se habían usado para una de sus películas favoritas. Abrazó a Harry tan fuerte que no se imaginó cómo reaccionaría cuando finalmente entraran al evento.

Louis caminó hacia la cama y casi suelta una carcajada por ver la utilería del set. Sobre el lecho había simulaciones de nubes negras y en la cabecera una gran flama de cartón simulando la entrada al infierno. Tan ridículo. Tan enfermo.

Pero era su trabajo y los directores debían cumplir con las fantasías absurdas que los espectadores pedían en los comentarios de cada vídeo.

Se sentó a la espera de la campanilla y sintió a Harry aproximarse.

Llevaba el cabello cubriéndole las mejillas y tenía una sombra negra que delineaba sus felinos ojos resaltando el color de sus orbes. Llevaba un pantalón corto y su pecho descubierto.

—Hola—ambos sonrieron cuando se miraron.

Harry se quedó embelesado por un minuto hasta que Patrick le chasqueó los dedos frente a su rostro.

—¿No escuchas? Ya comenzamos a grabar— Patrick se pasó la mano por su grasiento cabello

—corten eso. Comenzamos de nuevo.

Louis emitió una suave risa y se recostó en la cama con las piernas entreabiertas. Harry se posicionó de rodillas sobre la cama a un lado de éste.

Las cámaras se acercaron y el micrófono levitó sobre ellos.

Cada uno sabía exactamente lo que tenían que hacer, y tendrían que cumplirlo al pie de la letra esta vez porque ambos sabían que si no lo hacían, Patrick probablemente terminaría calvo y hospitalizado del coraje.

Vanilla Twink (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora