Capítulo 4: ¡El manco y el enano con cara de estúpido!

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La mirada azulina del espadachín se mantuvo en el arrugado rostro del Sandaime, sus labios se movían, les hablaba, pero no podía escucharlo, no quería hacerlo.

También podía escuchar el zumbido de la voz de su hermano a su lado, le estaba contando algo. Hideyoshi no le prestó atención, odiaba los informes de misión, odiaba pararse frente al Hokage y sus perros, le asqueaba la forma en la que lo veían, como si fuera un arma más y no un humano.

Frunció el ceño, cuando entraron a la sala todas las preguntas fueron hacia Kakashi Hatake. Cada palabra que decían tenía un doble significado. No era estúpido, el hombre estaba ahí para vigilarlo, para asegurarse de que la bonita correa en su cuello siguiera igual de apretada.

Su existencia era un peligro para Konoha, pero su talento fue mucho más fuerte que su capacidad destructiva, no podían simplemente desecharlo, no cuando había mostrado su valor desde el momento de su nacimiento. 

Era fuerte, monstruosamente fuerte, un activo valioso. ¿Quién, en su sano juicio, dejaría ir a su As?

Konoha no.

Podía hacer lo que quisiera, elegir las misiones que más le llamaran la atención, ser un idiota grosero, vaguear y e ignorar a todo el mundo, pero jamás ponerse en contra del pueblo escondido entre las hojas.

Siempre bajo la mirada vigilante de todos, Hideyoshi odiaba eso, la forma en la que lo veían hacia abajo, como si él no fuera capaz de cortar sus cabezas con una mano. ¡Parecían olvidar que un adolescente con un solo brazo podría desestabilizar Konoha si así lo decidiera! 

¡Podía hacerlo!

¡Podía destruirlos!

Hideyoshi confiaba en su fuerza.

Hideyoshi creía en sus capacidades.

¡Creía en la llama azul con la que había nacido!

En cualquier momento podía romper su cadena, podía liberarse de las ataduras que lo mantenían en su lugar, ¿Pero cómo podría deshacerse de lo único que le quedaba?

¿Cómo podría deshacerse del último recuerdo de sus padres?

Echando una mirada al rubio que parloteaba incesantemente, decidió que sus ataduras valían la pena, que las miradas no lo molestaban, que la desconfianza no picaba su piel, y que su falsa libertad podría ser ignorada.

Mirando a Naruto Uzumaki, el último despojo de una vida pasada, decidió que no le importaba ser una arma antes que un humano.

—¡Mira, viejo, lo único que haces es sermonear! —Naruto gritó llamando por completo su atención —¡Ya no soy el muchacho problemático que conocías! —aseguro con el ceño fruncido —¡Puedo hacerlo!

Los adultos en la sala lo miraron durante unos segundos, los cuatro se miraron a los ojos, comunicándose de manera silenciosa entre ellos, al final el Hokage miro a Hideyoshi el ojiazul asintió levemente haciendo que el viejo sonriera.

—Bien, si tanto lo quieren, tendrán una misión de rango C —el Hokage habló cruzando sus manos frente a su boca, echando una última mirada al espadachín silencioso, confiaba en Hideyoshi —les daré una misión de guardaespaldas.

Naruto se animó ante eso aferrándose a sudadera azul —¡¿Escucho eso Hideyoshi-sensei?! —prácticamente gritó —¡¿A quién protegeremos?! ¡¿Un feudal?! ¡¿Una princesa?!

El Hokage río antes de soltar algo de humo —¡Puede entrar!

Las puertas del lugar fueron abiertas ante sus palabras, la hermosa princesa que Naruto esperaba proteger en realidad era un hombre viejo con una barriga de borracho, tampoco era un señor feudal, ni siquiera parecía un hombre rico, vestía ropas humildes y por su olor parecía que su colonia en realidad era una lata de Sake que se echaba encima.

THE STRONGEST ━━━━━━Naruto Boys x Male ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora