Capítulo 9: Colores y formas

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Maratón 5/5

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·Capítulo no revisado·



—¿Le duele?

—Está bien así.

—Ese no es un "no" —contestó la mujer con el ceño fruncido, sus ojos marrones, expresivos como pocos, lanzaron dagas al espadachín, cuya mirada, como cada vez que entraba aquella vieja y deteriorada choza, se mantuvo en las suaves olas de los mantos oceánicos que rodeaban el País de las Olas.

—No duele —dijo Hideyoshi, pero la mujer solo soltó un bufido ante su respuesta.

—Espadachín —lo llamó mientras sus delgados y huesudos dedos se paseaban por la prótesis—, usted es el peor mentiroso que he conocido.

El silencio rodeó la casa. Por primera vez en mucho tiempo, el espadachín no tuvo aliento para dar alguna respuesta. Fue el canturreo de un pájaro solitario a la lejanía el que lo saco de su estupor. Sin siquiera quererlo ni poder controlarlo, una sonora carcajada, llena de diversión y genuinidad, brotó de sus labios. 

—El 99% de las personas que conozco estarían en desacuerdo con usted.

—En ese caso, el 99% de las personas que conoce sufren de una vista problemática —la mujer desabrochó el arnés que lo abrazaba para tomar la prótesis entre sus manos y alejarla del cuerpo del espadachín—. Cuando mentía, mi madre siempre me descubría. No hubo ni una sola vez en la que logre engañarla —le contó, para guardar la prótesis en una caja de bambú y tomar su libreta. Mientras garabateaba con rapidez, siguió hablando—: Cuando le preguntaba cómo es que lo hacía, ella solo reía. Cuando falleció, hice la misma pregunta a mi padre: ¿Acaso mamá era alguna clase de bruja? le dije, pero él solo rió y me contestó: las almas hermosas son tan hermosas que ni siquiera son capaces de mentir. Hay algo en ellas que siempre las delata, las mentiras no suelen verse bien en ellas, no lucen naturales. No es un buen mentiroso, espadachín, y el 99% de las personas que conoce no son capaces de distinguir formas y colores.

—El 99% de las personas que he conocido contra 1, ¿a quién debo creerle? —Una sonrisa burlona cruzó por los labios del espadachín.

—A la única que sabe que, más allá de un humano, es una víctima.

—¿Una víctima? —Por primera vez, el espadachín volteo a verla—. ¿No ha escuchado que soy un demonio?

—Un demonio no permitiría que le arrancaran el brazo —la mujer palmeó la caja de bambú—. Ese brazo no fue cortado, fue arrancado, y no fue tratado. La cicatrización es irregular y ni siquiera el médico más idiota haría un trabajo tan deficiente. Un demonio no estaría aquí, ni pasearía por el pueblo con ese patito rosa siguiéndolo como una sombra. Además... —La mujer miró el mismo manto oceánico que Hideyoshi había observado con anterioridad—. Los demonios no lucen tan tristes y perdidos como usted.

—Entonces... ¿Colores y formas?

—Colores y formas, espadachín. 

✯ ✯ ✯

—Hideyoshi-sensei —Sakura lo llamó mientras caminaba tras él. Sus brazos se encontraban llenos de bolsas con comestibles y algunas cuantas artesanías—. ¿Para quién es todo esto?

—No lo sé —respondió el espadachín, arrojarle otra bolsa que la chica apenas y pudo atrapar. Con un ceño fruncido y claro fastidio, echó un breve vistazo a la nueva adquisición: un kimono de diseño simple, pero lindo.

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