2 La casona de Charlotte

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—Cuando muera no deben llorar—dijo Rebecca.

Sol no le dio importancia a las palabras de su hermana, estaba absorta en la nube mullida que se transformaba en el cielo a medida que se desplazaba sobre ellas.

La mirada de Anna, por otra parte, se posó velozmente sobre Rebecca, tratando de entender... ¿Que estaría pasando por su cabeza?

Estaban tiradas al sol, junto a la piscina de la casa de su abuela . Un refugio retirado de la ciudad, donde reinaban el silencio y la naturaleza.

Caserón de piedra rústica y ventanales enormes de madera dura, que dejan a la luz natural inundar cada habitación.

Los jazmines trepadores, las glicinas y árboles de cerezo florecidos, invadían el jardín de la casa. Las favoritas de Charlotte, eran las Buganvillas fucsias, que nacían a un lado de la angosta y larga piscina del patio, trepaban por el muro de piedra hasta el segundo piso rodeando la ventana de la habitación principal.

Las tres, habían pasado cada verano de su infancia en este lugar, algunos días, irrumpiendo en la gran biblioteca de su abuela y otros, creando sus propias historias. Historias donde por supuesto, eran las heroínas.

Sufrieron profundamente la muerte de su querida abuela Charlotte. Anna, era sin dudas la más sentida, ya que, Charlotte la había criado como si fuera su propia hija, desde que la madre de Anna falleció cuando ella era aún muy pequeña.
Desde la muerte de Charlotte, los viajes que Anna realizaba una vez al año, se multiplicaron más y más. La verdad, le resultaba doloroso permanecer en esa casa sin Charlotte y sus primas no siempre podían visitarla.

Anna, se caracterizaba por su coraje y espíritu aventurero, algo que a su prima Rebecca le resultaba realmente inspirador. La veía siempre arremeter contra cualquier obstáculo entre ella y su objetivo y sortearlo con facilidad, casi por arte de magia pareciera.

Viajaba regularmente a lugares paradisíacos, siempre con excusa a hacer alguna nueva formación espiritual de la cuál volvía llena de exóticas aventuras (románticas en su mayoría) con las que entretenía a sus primas en cada reencuentro.
Anna irradiaba un sensual e ingenuo magnetismo, nadie podía resistirse a sus encantos. Aunque sus aventuras, generalmente eran fugaces.

Por supuesto su favorecido cuerpo de ninfa mitológica y vibra de profe de yoga sexy colaboraba.

Solo tenía que sonreír coquetamente y acomodarse su larga cabellera rubia sobre el hombro, o fijar sus intensos ojos verdes sobre su objetivo, captando su atención y la de toda una sala repleta de gente.

Sus primas, Sol y Rebecca, nadan tenían que envidiarle en ese campo, sus años de entrenamiento en distintas disciplinas les habían dejado cuerpos atléticos y un andar etéreo, que combinaban perfectamente con sus cabellos negros.

Rebecca amaba llevar el cabello largo hasta la cintura, mientras que Sol, la más pequeña de las tres, buscaba estar siempre a la moda, tanto en outfits como en peinados, hora llevaba el cabello corto sobre los hombros.

Ambas con miradas intensas, el color de sus ojos oscilaba de avellana a casi miel, adornados de largas y tupidas pestañas.

Las diferencias entre las hermanas, eran más de carácter que físicas.

"Heredaron la belleza delicada de su madre" solía repetir con emoción y orgullo su padre.

La pérdida de su madre era otra aflicción que Anna compartiría con sus primas Sol y Rebeca, quienes prácticamente no conocieron a su propia madre.

Fueron criadas por su padre desde poco tiempo después de nacer Sol, Rebeca tenía entonces 6 años de edad.

Nunca supieron mucho sobre su madre ni la causa de su muerte "siempre podrán sentir su amor, aún cuando no la vean", era todo lo que su padre decía de ella.

EURITMIA " Grimorios para Elementales"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora