Capitulo 11

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Izuku: Buenos días de nuevo, Mochi. —dijo dulce y suavemente.

Cuando el peliverde se fijó bien en la expresión de la castaña, su sonrisa perdió brillo y sus ojos se ensancharon. Rápidamente se levantó de la cama y se dirigió hasta donde seguía de pie Uraraka.

Izuku: ¿Qué ocurrió? —preguntó de manera seria, su voz denotaba un poco de enojo y sus manos descansaban en las mejillas rosadas de la chica—. Mochi, dime, ¿Por qué estabas llorando? ¿Qué ocurrió? —su voz se volvió a tornar cálida y reconfortante.

Uraraka no podía dejar de mirarlo. Su voz calmada y dulce, sus pecas tan tiernas estaban dispersas en sus mejillas, la sonrisa suave que le brindaba y su expresión risueña.

¿Se podía enamorar más del chico? Al parecer, sí.

Sus labios seguían sellados, Izuku se estaba resignando a obtener una respuesta de parte de ella, además de la expresión atónita con la que lo miraba.

Fue entonces que, sin avisar, la castaña se abalanzó y rodeó con sus brazos el cuello del peliverde.

Uraraka: Solo... estoy feliz de que estés bien, Deku. —le susurró al oído.

Un leve rubor se asentó en la mejillas pálidas del joven aspirante. No obstante, correspondió con una sonrisa y rodeó la cintura de ella. Se quedaron así unos momentos.

El momento fue interrumpido por el golpe a la puerta.

Iida: ¿Uraraka? ¿Quieres comer algo? Los demás están preparando sopa para Bakugo y Midoriya cuando él despierte.

La pareja se separó del abrazo.

Izuku se dirigió a la perilla de la puerta y la abrió de par en par, dejando que el chico peliazul pudiera ver algunos rasguños y su ropa aún un tanto sucia por la tierra.

Izuku: Hola, Iida —dijo, saludando a su amigo.

Iida se quedó viéndolo un rato, analizando el modo en que está de pie y no en la cama como cuando vio como los demás lo dejaban sobre el colchón para que descansara.

Iida: ¿Midoriya? —pronunció mientras entrecerraba los ojos a manera analítica—. Supongo que tiene sentido que estés despierto, dado que incluso Bakugo ya despertó.

La quijada del peliverde se tensó y sus cejas se fruncieron a modo de confusión.

¿Despierto? ¿Kacchan ya despertó?

Los pensamientos sobre lo ocurrido entre ambos se desvanecieron se su cabeza cuando la pequeña y cálida mano de Uraraka se posó sobre su hombro.

Volteó a mirar a los ojos de la castaña y su rostro se suavizó.

Uraraka: ¿Quieres ir? —preguntó mientras señalaba con un dedo el pasillo.

Izuku: Sí —dicho esto la castaña y el peliverde salieron de la habitación junto con su amigo con cabello de un tono azulado—. Adelantense, tengo que ir a limpiarme.

Iida asintió con la cabeza, alejándose con cada paso que daba. Uraraka le acarició la mano a Izuku por unos instantes.

Uraraka: Ten cuidado, ¿sí? —sus ojos recorrían cada gasa que se encontraba a la vista—. Hice mi esfuerzo, pero no confío en que lo haya hecho muy bien. —susurró.

Dudaba de las habilidades para curar, fueran heridas grandes o pequeñas. Le daba cierto pánico pensar que alguna de aquellas pequeñas heridas se infectara o no cicatrizara correctamente.

Izuku: Estoy seguro de que lo hiciste más que perfectamente. —dijo finalmente, sacándola de sus pesares con las heridas. Una sonrisa de medio lado se curvó en el rostro de la castaña.

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⏰ Última actualización: May 29 ⏰

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Solo nosotros, siempre. (IzuOcha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora