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— Solo abre la puta boca — dijo Gyuvin, agarrando a Jiwoong del cuello y tratando de que probara aquel pedazo de galleta que había empacado cuando estaban en el almacén.

— Eso sabe a mierda podrida — exclamó Jiwoong, intentando deshacerse de Gyuvin y rodarse por el piso, pero Ricky lo agarró del brazo y lo detuvo. — Joder.

— Saliste una puta princesita, no sabía que eras tan marica que no aguantas ni una mierda — Jiwoong levantó una ceja, molesto por el comentario.

— ¿Qué mierda tiene que ver una cosa con la otra?... solo no quiero perder el tiempo comiendo esta maldita mierda que huele a cagadero.

— Huele de perfectamente— Gyuvin defendió la galleta con fervor, como si fuera lo mejor del mundo. — Eres un puto malagradecido — dijo Gyuvin, quitando bruscamente la mano de Ricky de su brazo y empujando a Jiwoong hacia Matthew.

— Eres un jodido... — Jiwoong iba a soltar un insulto, pero se quedó callado al notar que los ojos de Matthew se clavaron en él, como si escudriñara su alma.

— Parece que le tienes miedo a tu omega, ¿no? — se burló Ricky, acompañando a Gyuvin en su provocación.

— ¡No es mi omega! — exclamó Jiwoong entre dientes, ferviente en su negación, mientras Matthew permanecía impasible, sin mostrar ninguna emoción en su rostro.

— ¿Podrían dejar de joder y comer en paz, carajo? — soltó Jiwoong, molesto mientras se giraba hacia Gyuvin y Ricky.

— Ah, pero mira a la princesita hablando — se mofó Gyuvin, con una sonrisa burlona.

— ¿Y si mejor se callan la puta boca y nos dejan tranquilo? — propuso Matthew, cansado de los comentarios sin sentido.

— Okey— fue lo que soltaron Ricky y Gyuvin al mismo tiempo, cuando escucharon la propuesta de Matthew. Jiwoong no podía entender cómo carajo podían soportar a esos idiotas, se preguntaba si acaso eran masoquistas. Tenía la intención de preguntarle a Matthew, pero al verlo ahí, con la cara llena de comida, decidió que no valía la pena ni perder el tiempo en esa mierda.

— ¿En serio? ¿No tienen otra cosa mejor que hacer que seguir jodiendo? — increpó Jiwoong, su paciencia a punto de explotar, mientras veía a Matthew tan tranquilo, sin inmutarse por nada de lo que estaba pasando.

— Pero tú empiezas. Te dejamos de hablar un rato y luego sigues preguntando como si nada, ¿no te das cuenta, imbécil? — soltó Gyuvin, bastante molesto.— no lo hacemos para molestar — Jiwoong no pudo evitar soltar una risa irónica.

— ¿En serio? ¿Realmente crees que no lo hacen para molestar? — respondió con sarcasmo, incapaz de contenerse.

— La verdad es que no, maricon. Es nuestro puto mecanismo de defensa para mantenernos cuerdos en situaciones donde tendríamos que estar muriéndonos de ansiedad, depresión y toda esa mierda de la vida — explicó Gyuvin, con resignación en su voz.

Jiwoong se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Gyuvin. Se dio cuenta de que, tal vez, su insistencia en molestar era solo una forma de mantenerse a flote en medio del caos diario. Aunque aún le molestaba, entendió que cada uno tenía su manera de lidiar con las mierdas de la vida. Respiró hondo y decidió que, esta vez, dejaría de joder y comería en paz.

A decir verdad, a Jiwoong le daba igual la comida en ese momento. No tenía ni putas ganas de comer. Pero a pesar de eso, se dio cuenta de ellos se habían acostumbrado tanto a la vida de mierda que llevaban, que ya no les importaba un carajo la suciedad o la comida dañada. Para ellos, eso era como una bendición de Dios.

Eran conscientes de que otras personas vivían en condiciones mucho peores, luchando por un mísero plato de comida, sin tener en cuenta el Apocalipsis. Ellos, en cambio, aún tenían la suerte de tener algo en sus estómagos, aunque fuera una porquería. Habían aprendido a ser agradecidos con lo poco que tenían y a no desperdiciarlo.

†∘˙ 𝐀𝐏𝐎𝐂𝐀𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐒 𝐙𝐄𝐑𝐎: 𝐋𝐚 𝐁𝐚𝐬𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora