Entre luz y oscuridad.

Antes y después: nido.

Beelzebub recuerda que su omega era poco convencional.

Desde ocultar su aroma y celos con supresores, hasta desafiar a un dios sin ningún entrenamiento en artes marciales o algún don divino como los demás participantes del Ragnarok, confiando únicamente en su inteligencia y su compañera Valquiria.

Sí, fue una de las cosas por las que Beelzebub cayó completamente por Nikola.

Cuando dio luz verde a sus instintos omega, el laboratorio de Nikola se volvió un completo caos. Antes de volverse pareja, tomó prestada la ropa de los Einherjar y sus colegas científicos a quienes consideraba su segunda familia, incluso los obligó a estar dentro por, al menos, una hora al día.

Los nidos de Nikola siempre eran cuidadosamente elaborados, incluso planeó un nido perfecto cuando naciera su cachorro, pero eso ya no podía ser.

Beelzebub observó el plano sobre la gran mesa. Al ser un alfa nunca tuvo la necesidad de hacer un nido, pero al ya no estar Nikola necesitaba crear uno para el cachorro.

Con ayuda de Hades para conseguir los materiales, inició la elaboración del nido. Pidió algunas prendas de los Einherjar, tomó varias de las suyas y finalmente colocó con devoción las prendas que todavía conservaban el aroma de su omega.

El nido tenía una perfecta estructura, donde los tres podían moverse de manera cómoda.

"Simplemente perfecto, tan perfecto como Nikola" pensó Beelzebub, sin embargo, descartó esos pensamientos por su propio bien, en este momento el niño era su principal prioridad, no sumergirse en la miseria de la pérdida.

Lo posicionó con cuidado en el centro del nido, recostandose a un lado con la mayor calma posible, al instante el cachorro se calmó y comenzó a mover sus brazos con una sonrisa.

Beelzebub ignoró el desagradable aroma de los Einherjar y se concentró en el peculiar aroma que le recordaba a las fuertes lluvias y al aceite de motor.

Un olor enigmático y raro para un omega.

Reprimió las lágrimas que amenazaban con caer. "Está bien", se dijo.