Capítulo 11: La espera

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Mikasa dio un vistazo a su alrededor en la habitación, aunque en realidad no tenía ninguna pertenencia real, las damas habían empacados sus vestidos, pero lo que más deseaba era llegar a Hizuru y poder utilizar su ropa habitual.

Con un ligero jadeo recordó lo que había guardado en uno de los pequeños cofres en su tocador. Rápidamente tomó un paño y envolvió el pequeño conjunto de cartas que había escrito para Jean cuando pensaba que no lo volvería a ver. Ya no las necesitaba, pero le agradó la idea de regalárselas cuando fuera el momento.

Las llevó consigo y las guardó dentro del baúl con los únicos vestidos que aceptó de Eren.











Eren ya la esperaba junto a las escaleras. Tan apuesto y pulcro como siempre en su uniforme. Le ofreció su brazo para llevarla al carruaje que la llevaría a Hizuru. Pero al llegar, Eren se detuvo unos pasos antes.

—Lo lamento Mikasa, pero no podré acompañarte, tengo asuntos importantes que atender con los Reiss. Pero me he asegurado de enviar a mis mejores soldados contigo.

—Oh, entiendo

Mikasa se dejó llevar por Eren hasta la puerta del carruaje, pero Mikasa se detuvo en seco al ver el soldado que se encontraba adelante en la formación de guardia. Levi se encontraba liderando al frente. Un gesto de incomodidad se reflejó y molestia se reflejó en su rostro.

—¿Pasa algo?—la llamó Eren

—Eren...él, ese soldado...él me amenazó con su arma cuando me encontraron en Do...en Marley

—Lo sé. Siento no haberlo mencionado antes, pero tenían mis órdenes de hacer lo que fuera necesario para sacarte de ahí. Me enteré de tu pánico, imagino que por eso hizo lo que hizo.

—¿Pánico?—Mikasa detuvo sus palabras. No había sido pánico, se había negado rotundamente a ir con ellos. Ahora era mejor evitar toda sospecha de su relación con Jean—Aún así...no me siento cómoda con él aquí.

—El capitán Levi es mi mejor soldado, sólo confío en él para llevarte a Salvo a Hizuru. Te aseguro que ha sido castigado apropiadamente y no volverá a suceder algo similar. Por favor, confía en mí.

Mikasa miró hacia el soldado que decidió ignorar su mirada y una vez más hacia Eren. Aceptó sus palabras asintiendo con la cabeza y se apoyó en su mano para subir al carruaje.

Pronto estuvieron cruzando el mercado y enseguida el Puente Rojo, desviándose en dirección a Hizuru.






Intentó dormir durante el camino, pero la emoción y preocupación la mantuvo despierta. Fue hasta que empezó a ver los enormes árboles de álamo, anunciando la cercanía a Hizuru y pudo sentir el clima tibio de su hogar.

O al menos lo que había sido su hogar. Habían pasado meses desde que había tenido que huir. Ahora habían pasado mil cosas y aún temía el rechazo de su pueblo al llegar.

Pero fue tal y como Jean se lo había asegurado. Su pueblo la recibió en la orilla de las calles, todos en fila salieron agitando las palmas en el aire en saludo y haciendo una reverencia a su paso.

Las lágrimas de Mikasa empezaron a caer al escuchar a los niños llamarla. Se asomó por la ventana del carruaje y empezó a saludarlos de regreso. Mientras se escuchaban las frases alegres.

"La princesa ha regresado"

"La familiar real está a salvo"

"Hizuru está a salvo"





Las enormes puertas de madera se abrieron dando paso a la princesa que regresaba a su palacio.

El aroma de los jardines de su hogar llegó a su rostro con el viento, cerró los ojos e inhaló profundo. Una mezcla de alegría y dolor llenaron su pecho, mientras las imágenes del última día en ese lugar regresaban.


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