Epílogo

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Jean regresó a Hizuru al lado de sus soldados y Mikasa cabalgando a su lado.


Después de múltiples regalos y labor de convencimiento de parte de Mikasa y Armin, Kiyomi al fin decidió perdonar de su propia manera a Jean y aceptarlo como su esposo y su propio yerno, al menos político. Con la condición de que le permitieran ir a Donan para cuidar a Mikasa y su bebé al nacer.


Para la sorpresa de muchos, Kiyomi resultó ser la compañía preferida de Reiner, ahora que no había cuellos por romper, Kiyomi le mostraba las artes de la jardinería  y la herbolaria de Hizuru, causando las miradas interesadas de Donan al ver al gigante en medio de las flores.

Armin quedó a cargo de Hizuru, mientras el nuevo heredero o heredera nacía y llegaba a la edad adecuada.






Esa tard, Jean había decidido llevar a caminar a Mikasa en la muralla del castillo. Era importante que recibiera luz del sol, antes de refugiarla en el castillo con la llegada del viento frío de otoño.

Mikasa se sujetaba del brazo de Jean con fuerza, su hijo nacería pronto y hacía que se volviera complicado subir tantos escalones.

Se detuvo en una de las torres y miró hacia donde se ocultaba el sol, admirando los colores ocre y amarillentos del otoño.


—¿Cómo fue que el Rey te obsequió este castillo?—preguntó  Mikasa

—Fue un triunfo decisivo para hacer retroceder a Eldia. Logramos hacerlos regresar hasta su frontera.

—¿Qué? ¿Entonces Eldia había tomado este castillo?

—Y con ello desplazaron a su gente a las montañas. Los pocos que se quedaron eran tratados como servidumbre.

—Entonces ¿Fue un enfrentamiento? Pero estas murallas son altísimas, pareciera casi imposible subir.

—Había muchas fallas en la defensa, el castillo se construyó en tiempos de paz, no había necesidad de protección contra ataques

Mikasa miró de nuevo alrededor sin comprender—¿Cuáles fallas?


—Las murallas estaban construidas con piedra natural, así que había muchas salientes, volviéndolo fácil de escalar, el canal alrededor no existía, el lago quedaba sólo detrás del castillo, dejando el frente totalmente abierto...y además los ciudadanos que huyeron nos comentaron de los caminos subterráneos.


Ella giró el rostro mirándolo con admiración e intriga—¿Entonces, escalaron los muros?


—No. Los asediamos por dos semanas...y después entramos por uno de los túneles. Los soldados estaban ya hambrientos y cansados, fue fácil someterlos y abrir las puertas. Reiner se encargó sólo de los guardias en las torres.

—¿Eh? Pero...entonces...¿El ejército?

—No fue necesario. Fuimos sólo Floch, Connie, Reiner y yo...cuando Tybur se enteró que lo tomamos con cero pérdidas de vidas,  decidió dejarlo a mi cuidado. Tiempo después me lo regaló,—tomó a Mikasa de la barbilla, acariciándola—después me lo quitó y decidió dárselo de regalo de bodas a mi esposa.


Mikasa liberó una risita nerviosa y tomó la mano de Jean con ambas suyas. Dio la vuelta de nuevo y Jean la abrazó por la espalda, rodeando con cuidado su prominente barriga de casi nueve meses.


—Entonces, con todas esas fallas, Donan es susceptible a los ataques.

—No. Desde que lo tomé, me encargué de que sus murallas fueran imposibles de escalar, formamos el canal alrededor y destruimos los túneles subterráneos. Ni yo mismo podría volver a entrar aquí.

—¿En realidad pensaste en todo eso?

—Planeo conservar lo que es mío—respondió Jean ajustando su abrazo y dejando un beso en su cuello. Al tiempo que acariciaba su barriga.



—¿Crees que tendremos un hijo o una hija?—Jean formuló su primer pregunta.

Después de unos segundos  Mikasa respiró profundo y sonrió con los labios—Será un hijo.

—¿Cómo lo sabes?

—Sólo...lo sé. 


Mikasa se giró y elevando el rostro hacia Jean, alcanzó su mejilla con su mano y lo acarició despacio—Será un hijo, será sano y fuerte...

—Suenas tan segura... 

Elevándose sobre la punta de los pies, Mikasa dejó un beso en la misma mejilla que había acariciado y se acercó a su oído—Estoy segura. Confía en mi.








Confía en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora