bad idea right?

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"Mi cerebro dice "Ah"
No puedo escuchar mis pensamientos (no puedo escuchar mis pensamientos)
Como bla-bla-bla (bla, bla, bla, bla, bla, bla)
Probablemente no debería
Probablemente debería, probablemente no"
Olivia rodrigo.

Lo primero que hizo después de acabar las clases fue ir a buscar a Nathan.

A James aún le seguían doliendo las costillas, como si hubiera caído estrepitosamente desde lo alto de su escoba. Así de adolorido estaba.

Pero eso no era impedimento para seguir con sus planes de molestar a Nathan.

El rubio tenía bastante paciencia, pero James quería saber hasta dónde llegaba ese límite. Había notado durante su intercambio de palabras que Nathan aguardaba todo por las apariencias; sin embargo, uno puede ser muy observador y notar un tic de estrés en la curvatura de su labio, como si estuviera mordiéndose la lengua y resistiéndose a soltar alguna palabra. Ese era el objetivo de James: que Nathan hablara y revelar qué tipo de persona era.

Por ello, se encaminó a buscarlo entre todos los pasillos del castillo, aunque terminó desanimado debido a su inmensidad.

Resignado, decidió usar su única arma secreta.

—Dame el mapa, Sirius —pidió James entrando estruendosamente en la habitación.

Sirius saltó de su cama dejando caer una revista que tenía en las manos. Remus lo miró curioso detrás de un libro.

—¿Por qué? —preguntó Sirius confundido—. Es mi semana.

—Lo necesito.

—¿Para qué?

—Para algo.

—Eso no responde a nada —insistió Sirius, frunciendo el ceño.

—¿Me lo darás o no? —gruñó James acercándose a Sirius.

—Si es para que andes molestando a Jung, no te lo daré.

—¿Desde cuándo lo defiendes?

—Desde que fue capaz de lanzarle un hechizo en plena clase.

James lanzó una mirada asesina al pelinegro e ignoró lo dicho para rodear su cama y atacar el baúl. Sirius reaccionó rápidamente y atacó a James por la espalda, evitando que hurgue entre sus cosas.

—¡Deja eso, James! —exclamó Sirius, agarrándolo por los hombros.

Forcejaron repetidamente sin dejar de buscar entre el baúl. Ropa, objetos y revistas extrañas, en lo más profundo estaba el dichoso mapa. James lo agarró en un intento de alejarse del pelinegro.

—Te adoro mucho, Black —dijo James, sobándose el hombro adolorido—. Te devolveré el favor otro día.

—Tú —señaló Sirius, luego miró a Remus—. ¡Haz algo!

—James, estás actuando de manera rara —dijo Remus, cerrando su libro con una expresión cansada y las cicatrices más marcadas.

—No es nada.

—Llevas así una semana. De la noche a la mañana persigues a Jung, cuando días antes lo insultabas.

—Nunca dije a quién hacía referencia —mencionó James, guardando el mapa en sus ropas—. Solo porque Sirius lo haya dicho, no significa que sea real.

—Tu cara lo dice todo.

—¿Y qué dice?

«Iré a molestar a la primera persona que no debería ni acercarme» —ironizó, rondando los ojos.

CHANGES¹ | James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora