Head Over Heels

516 84 5
                                    

No escapará de mi atención
Mantienes la distancia a través del sistema táctil.
Y suave persuasión
Estoy perdido en la admiración, ¿podría necesitarte tanto?
-Tears for Fears

Nathan nunca había experimentado un dolor tan intenso como el que sentía en ese momento.

Su rostro ardía como si lo hubieran quemado con ácido de alta concentración, pero no era así.

Una bludger lo había impactado de manera sorpresiva, directo al rostro. La distracción de Nathan fue tan grande que no tuvo tiempo suficiente para escuchar el característico silbido que advertía su llegada.

Ahora, con la lesión y la humillación de haber caído casi cinco metros desde el aire, no sabía cómo reaccionar.

—Joven Nathan, debe quedarse quieto —le ordenó la enfermera Madame Pomfrey con tono severo.

Nathan hizo una mueca de dolor, pero inmediatamente se arrepintió, soltando un quejido adolorido.

—Es incómodo —murmuró con dificultad—. Duele mucho.

—Debe esperar a que la poción haga efecto, querido. El impacto fue muy fuerte —repuso la mujer con disgusto—. Ese señorito Potter, siempre tan problemático.

—Trata de no idear un plan malvado, SungHo —intervino otra voz.

Nathan miró con reproche a la responsable. Su hermana, Lidia, estaba sentada en una de las camillas contiguas. Se notaba que su intención era asegurarse de que estaba bien, pero parecía que hacía todo lo contrario.

—No digas esas cosas, Lidia —masculló Nathan, antes de mirar a la enfermera en tono de disculpa—. No le haga caso, Lidia es muy encantadora.

La enfermera rio levemente antes de señalar la camisa vacía.

—Los hermanos son tanto tus confidentes como tus enemigos —comentó en tono divertido—. Ahora, joven Jung, hágame caso. Siéntese y espere a que la poción haga efecto. Luego procederé a aplicar la pomada.

Resignado, Nathan asintió y la enfermera se retiró, dejándolos a los dos solos.

—Sabes, puedo enviarle una carta a mamá. Quizá ella pueda darte algo más efectivo —sugirió Lidia—. Esa hinchazón te hace ver como una pelota rubia.

—Sigue molestando y será a ti a quien dirija la maldición —replicó Nathan, molesto.

Ya no había nadie presente para contener su enojo. Estaba disgustado, más bien furioso con todo el mundo.

—¿No que era amigo tuyo? —preguntó Lidia, sin intención de ofender—. La intención con la que la lanzó era evidente.

Nathan pensaba lo mismo.

—Eso es lo que yo pensé —reveló, apretando la mandíbula—. Maldito idiota, creí que la enemistad ya se había olvidado.

Y también pensó en otra cosa.

Qué idiotez. James Potter, tirándolo de la escoba. Humillante y una herida a su orgullo.

—Yo pensé que seguían siendo enemigos. ¿No se molestan mucho? —volvió a preguntar Lidia.

Últimamente estaba muy preguntona, y Nathan esperaba que su expresión mostrara lo mucho que le disgustaban esas preguntas. Pero con la hinchazón en su rostro, ni siquiera podía mostrar una expresión clara.

—Son bromas, eso es todo. Más burlas mías, pero eso no significa que me lance una maldita Bludger directo a la cara —soltó un gruñido mientras se recostaba en la dura camilla—. ¿Sabes lo importante que es esto?

CHANGES¹ | James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora