Honky Tonk Women

517 79 5
                                    

"Ella trató de llevarme arriba a dar un paseo.
Ella tuvo que levantarme sobre su hombro.
Porque parece que no puedo sacarte de mi mente"
The Rolling Stone

—Debes seguir con el tratamiento, querido.

Nathan soltó un quejido de exasperación.

Clarissa lo observó con una ceja alzada mientras le entregaba una pequeña botella con una sustancia de color extraño.

—Este es para el dolor —explicó, luego le entregó otro frasco—. Y este es para que el hueso se regenere.

—Sabe asqueroso —mencionó Nathan con una mueca de disgusto.

—Pues, es el más efectivo. Esta enfermera no está totalmente equipada —criticó Clarissa, frunciendo el ceño.

—Madame Pomfrey es muy amable —añadió Nathan con una sonrisa—. Me regaló caramelos.

—No eres un niño —replicó su madre, rodando los ojos—. Hazle caso a tu madre. Yo sé lo que te estoy dando.

—Lo sé.

Clarissa suspiró y, con su cálida mano ligeramente callosa, le acarició suavemente la mejilla con ternura. Sus ojos azules lo miraban con una mezcla de regaño y compasión.

—Tu bello rostro... está feo como un elfo.

—Qué hermosa manera de darme ánimos —respondió Nathan, mezclando la exasperación con un toque de diversión.

—Tu nariz no se puede arreglar del todo. Tu padre ya lo ha intentado, pero quedará un poco desviada. Al menos podrás respirar bien —explicó con un gruñido—. En esta escuela, sin ningún tipo de clase, aceptan a cualquier mocoso.

—¿Se lo dijiste a Dumbledore? —preguntó Nathan.

—Claro que sí, fuerte y claro. Si no fuera porque McGonagall estaba ahí, no dudaría en hechizarlo. Viejo zopenco.

Nathan rio levemente, aunque el movimiento le resultó incómodo debido a la venda en su nariz, una sensación horripilante.

—Ya no tengo mi belleza embriagadora —bromeó Nathan—. Mi era de coquetería se ha esfumado.

El rostro de su madre cambió completamente, y le dio un pequeño golpe en la cabeza.

—¡¿Y eso qué fue?! —exclamó Nathan, retrocediendo unos pasos.

—Eres muy joven para esas cosas. Sigues siendo mi dulce hijo —respondió Clarissa, entrecerrando los ojos—. Tienes toda una vida por delante para entretenerte con cualquier chica.

—No te molestaría si fuese sangre pura.

—No me molestaría, pero más adelante.

Nathan rodó los ojos y se acercó a ella, dándole un fuerte abrazo.

—Gracias —agradeció sinceramente.

—Soy tu madre, es lo que debo hacer —respondió ella, separándose un poco—. Además, mantente alejado de ese muchacho. Pensé que los Potter eran más racionales.

—A veces los hijos no son lo que se espera. No te preocupes por él, me defenderé si es necesario.

—¿Has aprendido nuevos hechizos? —preguntó Clarissa, mirando a ambos lados antes de acercarse y susurrar—. Puedo pedirle a tu padre un libro de maldiciones.

—Suena interesante. Últimamente, este lugar está lleno de gente irritante.

—Pero debes ser cuidadoso, SungHo. Si me entero de que Dumbledore te descubrió, no sabré cómo defenderte.

CHANGES¹ | James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora