Capítulo 40

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MYKE WALKER.

Aguanta Myke. No puedes agarrarlo de las piernas y arrastrarlo, es tu hijo.

No sabía que había alguien más terco que mi mujer, pero sí. Ahí está, sentado en el dichoso y ridículo trono mientras sonríe. Le he dicho que haga lo que quiera, pero en realidad no puedo pasar de esta situación e irme como haría si no se tratase de mi hijo. Volver sin él sería mucho peor que llegar con un demonio terco, malvado y cruel. Por lo menos de esa manera Yulima no me mataría a mí, lo mataría a él.

— Tu pequeño psicópata no está dispuesto hacernos las cosas más fáciles. —protesta Ethan. — Lo que le pido tampoco es tan complicado. Solo tiene que matar a un diablo débil y anciano.

— Kendo ¿Me puedes recordar por qué estoy aguantando a este imbécil? —le pregunto. Kendo encoge los hombros y cruza los brazos.

— Supuestamente nos podía ser de utilidad, pero han pasado horas y no veo que sirva para nada.

— Espera ¿Qué tú sí has servido para algo? —ataca Ethan en una sonora carcajada.

— Por lo menos a mí no me han temblado las piernas al oír el nombre de Diana. —rio. Ethan frunce el ceño, las palabras de Kendo le han afectado más de lo que le gustaría.

— ¿Y si te digo qué la preciosa carita de tu hija será la mi próxima comida, te tiemblan las piernas? —le pregunta y él enfurece.

Las puertas se cierran dejándonos fuera del palacio. Este maldito demonio, lo único que hace es aprovecharse de que es mi hijo y no puedo matarlo.

Golpeo la puerta con fuerza. Cojo aire, me siento en un bordillo y lo único que se me ocurre es coger el móvil, marcar el número de Yulima y explicarle lo que está sucediendo sin asustarla demasiado. No puedo guardarle secretos, pero tampoco quiero que se vuelva loca.

LLAMADA TELEFONICA.

— ¿Qué pasa? —pregunta nada más coger la llamada. — ¿Amor?

— Nena... esto es mucho más complicado de lo que creíamos. Nuestro hijo ha enloquecido, medio pueblo esta aquí jurándole lealtad.

— ¿Y tú qué has hecho? No me digas que has sido un bruto. —suspiro. — ¿O me estás llamando para preguntarme si puedes golpearlo?

— No voy a golpearlo... de momento. Ganas me sobran no voy a mentirte, pero sigue siendo nuestro hijo. —digo y oigo como suspira. — Te he prometido que te lo llevaría y estoy haciendo hasta lo imposible por cumplirte mi promesa.

— Amor... necesito que tú y nuestro hijo estéis conmigo. Creí en tu buen corazón y sé que él lo tiene tan bonito como tú. Solo necesitas llegar a el, ablandarlo y conseguirás que baje la guardia. —suspiro.

KALEB ® {03}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora