Capítulo 22

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Conversación para adultos.

Vaya juego de palabras más tonto, simplemente lo echaron de la charla. Biel se hubiese molestado, si no tuviese una ardua labor en arreglar sus pertenencias.

Nicolás seguía confundido, su cuerpo no fue el único en moverse simultáneamente con el peso de Lucas cayendo sobre la parte libre del sillón en donde estaba, su mente estaba divagando en dudas.

— ¿Quieres algo de tomar? — preguntó al reaccionar tras esa larga ausencia de sí mismo — ¿Agua, café o té helado? — Dudó entre las opciones, queriendo escapar de esa asfixiante sensación entre ambos hombres.

Los ambientes densos nunca fueron su fuerte. Era lo suficientemente débil, para doblegarse en nervios.

Bernard negó con movimientos de cabeza apenas perceptibles — Quería disculparme por mi mala actitud del día anterior, estuve mal —

— Mi hijo me odió, me llamó rompehogares y dejó de hablarme... — Lucas empezó a enumerar con cada uno de sus dedos, sus desventuras — Me... —

— ¡Ya entendí! — Alzó las manos, junto al tono de su voz, en señal de frustración por el golpe de realidad.

Bernard provocó en su efusiva respuesta, un brinco de Nicolás, quien del pequeño salto acabó enterrando los dedos en el brazo de Lucas, echándole el peso de su cuerpo. Su respiración alterada creaba su propia oleada de nervios golpeando al alfa.

Consciente de los males del omega, respondió a la necesidad de salvaguardar a su familia, dedicándole una mirada fulminante al beta — Bernard, nada de alterarse — le recordó, no necesitando de subir el sonido para imponer mandato, la sola presencia que podía irradiar un alfa territorial molesto, era aterrador por sí mismo. Lucas solía ser bastante manso, hacerlo rabiar era todo un reto.

— Lo siento. Lo siento — repitió tras una pausada exhalación. Bernard no sabía tratar a Nicolás, pese a los años de conocer la existencia del otro, sus personalidades no calzaban. Él era explosivo, gritón e inquieto la mayor parte del tiempo, por lo que, tendía a agobiar a Nicolás — Yo, llevo dos años con este pensamiento, ustedes están mal por usar a un niño —

Nicolás le miró ofendido, con los ojos bien abiertos y la negación saliendo en cada poro — ¿Usar a un niño? — murmuró alarmado — Yo siempre quise un bebé... Sigues sin decirme qué tiene de malo —

— Paraste la vida de Lucas. Biel ni siquiera sabe que ustedes le mintieron a todos, incluido a él. ¡Se casaron por conveniencia, le hicieron creer que son una familia! — replicó por enésima vez. Soltando una larga inhalación con la que infló sus mofletes, sacando el aire de forma cómica y ruidosa al provocar un sonido con sus labios húmedos chocando entre sí — Lo siento, no alterarse. Soy una ameba, una anémona, anónima —

— ¿Estás... recitando a Nemo? — Lucas preguntó confundido, casi conteniendo una carcajada en la mueca de sus labios.

— Estuve cuidando de mi sobrinita, déjame en paz — se quejó alzando el brazo en su dirección, concentrándose en mantenerse sereno — Además es una grandiosa película, respeta los buenos gustos —

Nicolás le estaba dando vueltas y vueltas a las palabras de Bernard. Se notaba por el ceño fruncido y la vista ladeada a una esquina, debatiendo con él mismo, argumentos que nunca saldrían de su cabeza.

— De cualquier manera — Lucas retomó el rumbo original de la charla — Nicolás y yo estamos intentando una relación, una real — confesó.

— ¡Como sea! Yo solo quería disculparme porque... — Bernard en sus propios menesteres, perdiendo la paciencia, simplemente habló lo que estuvo practicando arduamente frente al espejo — ¡¿Qué?! — pasó mirada entre los dos, señalándolos, estupefacto de aquel descubrimiento — ¿No que Iris te removía los calzones?, ¿no que Nico es solo un amigo?, ¿qué pasó?, ¿qué me perdí? —

Un cachorro para dos tontosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora