Capítulo 13

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Despertar no era como los cuentos de hadas. Traumado por salir de su mundo de sueños, parpadeando a consciencia de forma lenta, intentaba entender en donde estaba tumbado, su piel tenía pegado el aroma al mar, con un rastro de baba resbalando desde la comisura de sus labios, se escuchaba muy endeble un leve ronquido conocido.

Tabla de surf, al menos así definió Nicolás su posición para dormir. Poniendo sus manos sobre el pecho de su amigo, atontado por los vestigios del sueño, se elevó, apreciando el semblante de calma del alfa que rodeaba a su cintura con sus manos de forma posesiva, impidiéndole irse. Con el cabello revuelto y embobado, acarició con la yema de sus dedos la mejilla del alfa, la delicadeza pincelaba cada toque de adoración a su piel.

El que Lucas se removiera le hizo alejarse, asustado. Se negó a seguir, no era buena idea formar ideas extrañas que su lado omega podría malinterpretar. Su relación de amistad era hermosa, la unión más estable que tuvo, tenía y tendría con nadie.

— Lu, despierta — dijo en un murmullo apenas audible, lo suficiente para empezar a despejar el sueño en el alfa — Ya es de día, Lu... —

— No... — arrastró la vocal con pesar frunciendo el ceño, removiéndose en la cama, sin soltar al omega que usaba como almohada — No —

— Lu — acarició su brazo de forma constante, reconfortándolo — Lucas — su tono fue más cantarín, risueño por la expresión del mayor.

— Nico, déjame dormir más — pidió escondiendo su rostro en su cuello, trayéndolo hacia él, ronroneando por el golpe de las feromonas del omega — ¿No te gusta dormir? Hay que dormir —

— Me gusta, pero debemos despertar... Hoy tengo cita con Jess y luego ayudaré a Trinity — le recordó sus planes — Debes cuidar a Biel, tendrás un día padre e hijo —

Lucas se quedó quieto, llamando la atención de Nicolás por el repentino parón de sus jugueteos. Iba a hablar, hasta que el alfa regresó de su mundo de silencio.

— ¿Crees que quiera salir conmigo a hacer la despensa? — Salió de su escondite, cruzando miradas con el omega de ojos achocolatados, esperando encontrar las respuestas en la persona equivocada — Le voy a preguntar, aunque seguro me dice que sí, pero si me dice que no y yo... hipotéticamente le digo que le compraré un helado para convencerlo de ir, ¿te enojarías conmigo? —

— ¿Quieres manipular a un niño prometiéndole helado? — Arqueó una ceja, no le parecía buena idea, por ello más que pregunta, era un tono de amenaza, esperando disolver ese pensamiento del alfa.

— No, no... Solo era hipotético — lo soltó en automático, deslizando la sábana que los cubría a ambos, soltando risas escuetas, preprogramadas por un robot con falta de aceite, se sentó dándole la espalda, moviendo con rigidez sus extremidades, supuestamente estirándose — Ay, que tarde, hagamos el desayuno —

Nicolás se mordió el interior de la boca para aplacar la risa que quería salir, acostado de lado, apoyando su mejilla sobre su puño, miraba en primera fila todo su acto melodramático con el que escapaba.

— Ajam... —

Lucas fue el primero en salir de la habitación, encontrándose de frente con Biel, de semblante dormido, arrastrando las pisadas, sus orbes esmeraldas se cruzaron con los dorados. Nicolás llegó segundos después, atrayendo la curiosidad del niño.

— ¿Durmieron juntos? — Creyó que era normal dormir por separado — Creí que los adultos eran valientes para dormir solitos — se restregó un párpado, despejando su sueño.

— Los adultos también tenemos miedo — alzando su dedo índice, orgulloso de decirlo en voz alta, Nicolás explicó una de las tantas debilidades de los mayores — No por ser adulto te hacen resistente a todo —

Un cachorro para dos tontosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora