Capítulo 15

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Nicolás se quedó paralizado, con la punta de la tercera rebanada de pizza en la boca, su suministro de aire dejó de funcionar, mientras la palabra: Beso, se repetía hasta llenar su realidad.

— ¿Eh?, ¿Nico y yo? — Lucas eligió por hacerse el tonto, riendo con esa sutileza contagiosa — Nosotros nos besamos — mintió, está vez con el permiso del omega.

— Hablo de besos de verdad — Sabía de los besos en las mejillas, era normal compartirlos entre todos como una muestra dulce de afecto. Biel se refería a los que las princesas recibían en los labios. Besos especiales que solo se daban entre los enamorados de sus historias — ¿Por qué ustedes no lo hacen?, ¿Su matrimonio va mal? —

Nicolás dio un respingo por la culpa. Su matrimonio no iba mal, su matrimonio no existía, era un invento nacido de su sueño frustrado de tener un hijo, porque había renunciado a la idea de enamorarse, tras su desastrosa relación que lo llevó a terapia. El romance lo tomó, guardó en un cajón y cerró con llave, para arrojarlo al mar... Y él no sabía nadar.

— ¿Mal? — Lucas se quedó pensativo, deteniendo sus ideas por el lloriqueo que nació de él al quemarse por un pedazo del queso derretido al caerle en la mano — Creo que es la relación más sana que he tenido nunca, pero ni conmigo mismo —

— ¿Y por qué no se besan? ¿No se quieren? — Biel estaba decidido en su meta. No podía permitir que el desamor ganase. Biel solo quería la felicidad del matrimonio, incluso si no era el mayor fan del alfa, mientras hiciera feliz al omega, anhelaba su bienestar.

— ¿Qué? Nosotros si nos besamos — renegando por la insistencia del niño, la terquedad y la espera de un acto que no pasaría, porque habían barreras infranqueables, Lucas pensó en darle una pequeña muestra, fingiendo darle la victoria — Bien, ¿quieres que nos besemos? Nos besaremos —

Nicolás, quien permaneció mudo durante ese ataque, se sobresaltó en un chillido bajo, acorde a la agitación de su corazón — ¿Lo haremos? Lo haremos — accedió al notar al alfa llegar hacia su lado, esperó de rodillas de forma rígida, siguiendo el recorrido de su mejor amigo, mirándole por encima, hasta que se posó de cuclillas frente a él — Lo haremos —

La velocidad de su corazón aceleró. El omega no sabía respirar por cuenta propia, suspirando de nervios cuando los dedos de sensación tosca rozaron sus mejillas, escapando de su mirada, regresando a ella y volviendo a ocultarse.

— Nico — susurró su nombre, lo pronunció con cariño, ternura que en verdad sentía. No se puede esconder el amor, éste sale sin permiso.

Un beso. ¿Un beso? ¡Un beso! Nicolás jamás pensó en un beso con Lucas. Sus ojos achocolatados acabaron por caer en el par de labios semiabiertos, subiendo a su inevitable encuentro con los orbes esmeraldas, cuyo brillo opacaba el de cualquier joya. Gracias a la cercanía, el omega pudo contar el número de pestañas, reprimir la queja por el calor de sus exhalaciones y el baile de su manzana de Adán al tragar.

— Lu — su voz fue mucho más baja que el ruido de sus latidos, el golpe constante en su garganta consiguió callarlo. Su respuesta no fue en palabras, sus párpados comenzaron a cerrarse lentamente, esperando, dando su consentimiento.

Un segundo se convirtió en una eternidad. Sus labios quedaron fríos, pues el beso del alfa fue en su cachete, rozando la comisura de su boca, escondiendo el supuesto contacto a los ojos del niño, usando su mano de escudo. Prolongando la mentira, haciendo lo correcto para mantener intacta su amistad.

— ¿Estás contento? — Lucas se derrumbó, cayó al suelo de espaldas, fingiendo no sentir dolor por el impacto — Nosotros también nos besamos. Nico es muy tímido para hacerlo frente a los demás — los excusó a ambos delante de su hijo, esperando calmar su inquietud.

Un cachorro para dos tontosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora