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Megan.

Al día siguiente.

Cerca de la casa de los abuelos de Tom ahí un lago, y en estos momentos los chicos y yo estamos tenido un picnic en el prado, frente al lado.

Yo me encuentro sentada sobre la manta, respondiendo mensajes de texto, a mis hermanos, ya que no les dije que saldría con los chicos.

—Vamos.—Exclama Tom acercandose a mi.

Solo tenía pantaloneta, el y los demás chicos estaban metidos en el lago jugando entre ellos.

—Donde.—Pregunto, el me toma de la mano y me levanta del césped.

—Vinimos a divertirnos, a pasarla bien...—Toma la parte baja de mi camisa, y la jala hacia arriba, quitándome la camisa dejándome con solo el sostén.—Deja el teléfono a un lado, ven al lago con los chicos, y conmigo.—Sonrie.

Yo sonrió y asiento lentamente, desabrochó mi shorts, y rapidamente me lo quito, quedando en ropa interior, el sonríe y me toma de la mano, juntos corremos hacia el lago.

Al llegar a la orilla ambos saltamos, sumergiendonos en la hermosa agua, transparente totalmente limpia.

Lentamente abro mis ojos, viendo lo hermoso que era el lago por debajo, habían bastantes peces diminutos, la parte de bajo del lado es solo arena, ahí una que otra piedra, pero este lago es maravilloso.

Nado hasta la superficie, encontrandome con Tom y los demás chicos.

—Pense que te habías ahogado.—Exclama Tom acercandose a mi.

—El lago es hermoso.—Digo, también acercandome a el.

Me agarra de la cintura, trayendo a el, comienza a besar mis labios, lentamente, posa sus manos en mi cadera y me levanta, haciendo que yo pasará mis piernas, por su cintura.

—Nademos juntos debajo del agua.—Exclama el. 

Asiento lentamente, primero se sumerge el, tomo aire y luego lo hago yo, encontrandome con el bajo del agua.

Me dirigí hacia el, intento agarrarlo pero el huye de mi, velozmente lo alcanzó, lo tomo del brazo y lo acercó a mi.

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Uniendo nuevamente nuestros labios. 

(...)

Después de jugar junto a los chicos, nos salimos del lago para ir a comer algo.

—Ya venimos, no tardamos.—Dice Tom, se levanta de la manta, toma mi mano y me levanta a mi también.

—Más les vale no tardar, si no quiere que se los coma un lobo.—Dice Bill.

—Donde vamos.—Pregunto mientras caminábamos por el prado.

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