Scene two

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" Academia Wawanakwa "

La sonrisa de alegría en el rostro del director brillaba más que nada, quizás aún tenía el problema de la rubia que vendría de vuelta al día siguiente, pero ese problema sería para ese día, ahora mismo estaba dispuesto a ir lo más lejos que podía con aquella obra teatral.

Era jueves, tenían un día más y el resto de la próxima semana, aunque dependía más de si sus mismos alumnos colaboraban con aquel propósito suyo, lo haría tan feliz.

Los pasillos estaban vacíos de la gente, cada alumno en su clase mientras los profesores enseñaban, como amaba el orden.

Quizás uno que otro alumno revoltoso en la sala de detención o haciendo gritar a su maestro, pero esos problemas serían llevados luego a su oficina. Camino por esos pasillos blancos tan bellos que había pedido así desde la construcción de su Academia, abrió la puerta de roble oscuro en su oficina saludando en el camino a su pareja, quien llegaba mucho tiempo antes de él por las mañanas. La cómoda silla abrazo su cuerpo casi al instante mientras revisaba algunos papeles que debía firmar o algo así, no le llamaba mucho la atención. En un par de horas sería el receso de los alumnos, media hora de recreo para ser exactos, ese tiempo lo aprovecharía para llevar a cabo sus grandes ideas ilustres en aquel teatro, claro, si le daba tiempo suficiente.

– ¡McLean! –

Se escuchó un grito de voz aguda, femenina para ser ciertos, la puerta fue abierta de par en par y de esta entro una mujer rubia. Plantó sus manos sobre la mesa de madera oscura, resaltando su ceño fruncido mientras su mirada penetraba a los ojos oscuros frente a ella.

– ¿Señora?... Su hija aún no llega, se lo dije ayer. Viene mañana, ¿tiene queja alguna? –

Cuestionó con tono serio el hombre mayor, enfrentando la actitud diabólica de la madre de Sugar, esa señora igual o hasta más arrogante que su misma hija.

– No me interesa eso. Mi hija sufrió una estafa, perdió su tiempo valioso y dinero yendo a pura mierda por culpa suya. –

Grito, reclamo mejor dicho. Volvió a plantar sus palmas una vez más en ese escritorio, el sub-director entro a la oficina al oír aquel escándalo, quedándose parado en la puerta abierta por si ocurria algo malo.

– ¿A donde desea llegar con eso, señora? –

Termino por preguntar, mientras la mujer suspiraba con irritación.

– Voy a sacar a mi hija de esta Academia de mierda. Ella brillará lejos de este mugroso lugar, no le doy las gracias por su estadía aquí, y adiós para siempre, señor McLean. –

Dijo la rubia, saliendo con cierta prisa del lugar dándole una mirada de odio tanto al director como a su marido, cerrando de un portazo la puerta principal de esa oficina.

¿Un problema más?, no, para nada. Un problema menos en su vida, sin esa muchacha en el camino podría hacer brillar a todos sus alumnos en la obra teatral; Romeo y Julieta. Aún más si los protagonistas de esta eran su hijo y el mejor amigo de su hijo, sí, era perfecto.

Una lástima que aún no supiese que aquellos dos estaban saliendo desde hace días.


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" Teatro de la academia
Wawanakwa "

"Romeo & Juliet"  |  Noco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora