𝑴𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 [🇬🇹 𝒙 🇵🇪]

Parte 2

—"Le gusto" porqué soy virgen, soy uno de los pocos que no pudo tocar.

—¿Te dijo eso? —preguntó apretando sus puños por la ira que sentía, si su padre no dejaba al borde del coma a ese tipo lo haría él.

—Me lo preguntó. Solo por eso le gusto, te apuesto a que si yo perdiera mi virginidad con otro hombre ni se acercaría a esta casa. Es un asco de hombre, me dan ganas de vomitar tan solo imaginar una vida con él ¡Me rebajó a una cosa! —gritó triste y ansioso refiriéndose a su castidad y como México solo se interesaba en él por tenerla.

—Tesoro... Qué hombre —dijo entre dientes, abrazó al bicolor y dándole palmaditas hizo que Perú llorara en su hombro.
Haría pagar a México por lo que le había hecho sentir a su hermano.

[...]

El bicolor albiceleste sonreía al ver el bello paisaje que iban pasando, hace años no regresaba a su tierra de origen, quería ver cuánto había cambiado todo, y se moría de ganas de ver en que se había convertido su hermano menor.
Lástima que con lo que se topó no fue de su agrado.
Sin dudar agarró a su hermano del cuello de su camisa —¿¡QUÉ HICISTE QUE!?

—...

—¡CÓMO SE TE OCURRE HACER ESO! ¡ERES UNA VERGÜENZA, UN IDIOTA, UN POCO HOMBRE!

—¡QUÉ IMPORTA! ¡NO ME PERDONÓ! Ya no quiero saber nada de él...

—Perú siempre te gustó de niño, y ahora que te puedes casar con él haces esta barbaridad —dijo soltándolo de apoco.
—No me puedo imaginar como debe sentirse ahora.

—Yo lo vi, no le afectó nada —susurró molesto.

—Por Dios, Perú desde que lo conozco jamás le hizo ver a otros sobre cómo se siente, por eso no llora por ti —respondió recordando al pequeño chiquillo que siempre iba de la mano de su padre que aunque le pasaran cosas malas jamás derramaba una sola lágrima.

—Él me prometió que sería una buena esposa para mí... y lo va a cumplir —dijo agarrando su saco, empujó al guatemalteco para apartarlo de su camino, fue al establo y pidió su caballo para ir a la casa del doncel. No se iba a rendir, si o si Perú se casaría con él.

...

Perú se encontraba recogiendo algunas flores del campo de su familia después de haberse desahogado con su hermano, ese amplio terreno le traía paz. Olía cada flor pensando en todas las coronas y floreros que podría hacer con ellas hasta que a lo lejos vio un caballo, no era el suyo porque el color era distinto, de él bajó un hombre que pudo reconocer enseguida, agarró su cesto y con paso firme fue a donde estaba su dulce Adonis –su corcel que fue un regalo de su hermano–.

—Espera Perú.

—Quítese —habló frunciendo su ceño cuando México bloqueó su andar.

—Déjame explicarte.

—No hay nada que explicar, es obvio que jamás cambiará... Estar con usted solo me hará daño.

—Por favor —pidió arrodillándose —por favor te lo suplico, cambiaré, cambiaré por ti.

Perú apretó con fuerza su cesto —... ¿En serio lo hará? —cuestionó con una mirada suave y dudosa.

Al ver esos ojos dorados flaquear una luz de esperanza se hizo presente.

—¡Sí! ¡Te lo juro! ¡Te haré el doncel más feliz del mundo! —prometió sonrojado.

—Entonces... Lo pensaré.

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