Parte 7

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—Suéltalo —dijo en un tono de voz más bajo y menos demandante.

Perú se soltó del mexicano con brusquedad, su rostro empapado le causó tristeza a este y aún más a su hermano que ya podía sentir las lágrimas asomarse por sus ojos.

\Una semana después/

Perú miraba su ventana con vista a su jardín recordando lo que había pasado, se había negado a los regalos y perdones de su hermano y con México... Era complicado, seguía justificando el soborno que había hecho diciendo que estaba desesperado por tenerlo con él, tanto así que era capaz de dar todo lo que tenía por tener su amor –y claro que quitarle su virginidad–.

—Joven, la cena ya está servida.

—Bajaré en un momento —respondió terminando de peinar su cabellera.

Al estar por entrar al comedor vio a su hermano con tristeza, su padre estaba sentado y miraba pensativo un punto fijo de la habitación.

—Señor ya llegaron —avisó el mayordomo.

—Okey —dijo dando un suspiro —Perú.

—¿Qué sucede? —preguntó intrigado.

—Amor, yo sé que las cosas con ese hombre no resultarán —dijo refiriéndose al peli-negro —y no quiero que sigas dudando... Invité a unos señores que están interesados en ti.

—¿Señores? —cuestionó sorprendido —¿Interesados en mí?

—Fue muy sencillo seleccionarlos, la mayoría del pueblo quiere estar contigo.

—Padre... No sé si sea buena idea —dijo al recordar la reacción del mexicano cuando le dijo que pediría más pretendientes, en ese momento se había asustado demasiado, un poco más y podría jurar que México lo golpearía.

—Vamos, amor, será mejor que aproveches tu juventud y disfrutes de los placeres que te puede dar un hombre con buena familia y dinero —respondió agarrando las manos de su hijo.

España sonrió al ver entrar a 5 hombres a su comedor, les invitó a sentarse y la cena empezó.

Para evitar conflictos, Perú se sentó entre su hermano y papá.

Rusia, Colombia, Filipinas, Brasil y Sudán lo miraban como si fuera una bella joya que deseaban tener y presumir a todo el mundo.

—¿Señor Colombia? —Perú miró confundido al mencionado por su presencia —¿Qué hace aquí? —preguntó con una sonrisa divertida.
De todos los invitados era al único que conocía.

—No es obvio, caramelito —habló sonrojado —vine porque quiero casarme con un inteligente, lindo, amable y especial doncel~

—¿Yo? Jaja~ que cosas dices, yo no soy así.

—Claro que lo es —dijo el ruso uniéndose a la conversación —bueno... Usted es... muy... bonito —susurró agachando su mirada al tener los ojos dorados del pecoso en él.

—Gracias, señor Rusia.

—Aparte de ser bonito, es una maravilla escucharlo —Sudán sonrió tomando un poco de agua —tiene una bella voz ¿Usted canta, joven De Castilla?

—Un poquito —respondió con una suave sonrisa.

—Me encantaría escucharlo, y si se pudiera en un futuro... Me encantaría escucharlo cantar todos los días de mi vida.

Un leve sonrojo tiñó las mejillas del peruano.

Filipinas apretó sus puños junto con el brasileño, los demás aprovechaban la cena para hablar con el doncel, pero ellos tenían algo que haría que Perú les prestara atención solo a ellos.


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𝑴𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 [🇬🇹 𝒙 🇵🇪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora