Parte 8

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—Fue una espléndida cena, señor España —dijo el filipino satisfecho —si no es molestia me gustaría darle un pequeño presente a su bello hijo.

—¿Un regalo? Bueno, adelante —«Veamos qué tan generoso eres ¿Qué cosa podrías darle a mi hijo que yo no se lo haya dado?» pensó viendo al asiático ir por ese tan bonito regalo.

—Señor, yo también he traído un regalo para el joven Castilla —Brasil suspiró entrecortado al sentir esos brillantes ojos color dorado en él, sus mejillas se tornaron rojas y no sabía exactamente a dónde ver —me gustaría dárselo.

—Sea bienvenido a obsequiarle a mi pequeño niño lo que le surja del corazón.

Argentina vio como los otros señores pedían retirarse para pedir de último momento un regalo para su hermano, no le gustaba eso, y aunque no fuera de su agrado no podría decir nada, Perú seguía molesto con él –o eso pensaba–.

—Oh por mi Dios —exclamó el peruano al ver ingresar al filipino con un pequeño cuy blanco en sus brazos. No pudo resistir ir hacia el asiático para preguntarle con su mirada si ese animalito era para él.

—Este es mi regalo para usted —dijo dándole su obsequio.

—Es muy bonito, me encanta, muchas gracias —pronunció viendo con dulzura al filipino.

Filipinas sonrió victorioso hasta que vio al brasileño ingresó con un cofre en sus manos, este con toques dorados y flores talladas a mano en la madera.

—Para usted, joven Castilla —Perú se acercó a él y abrió el cofre, viendo un montón de joyas con una variedad de piedras preciosas, aretes, brazaletes, collares, pulseras y broches para su cabello, accesorios hechos por la familia del moreno, que poseían una gran parte de territorio minero.

—Que lindo, muchas gracias —agradeció.

Argentina no soportó más y de un golpe a la mesa se retiró, España frunció su ceño molesto por eso.
Mientras él subía las escaleras podía escuchar las risas de los hombres y de su hermano, apretó sus dientes furioso y celoso por eso.

Yo soy el único que puede hacer reír a Perú, yo soy su hermano, soy su familia y esos estúpidos no me lo van a quitar, ellos no me van a quitar a mi hermano.

«Tu hermano es mío, tú prometiste ayudarme...»

¡Eso es! Él puede- NO, México no, ¡él podría dejar peor a mi Perú!

Una leve y linda risa llegó a sus oídos.

—Gracias Rusia, me encanta —dijo feliz con un pequeño potrillo a su lado —Le harás buena compañía a Adonis —habló acariciando al animal.

Esa fue la última gota que derramó el vaso.

¿Regalarle un caballo?

Él era el único que lo había hecho y era algo especial, por algún motivo se sentía dueño de ese gesto, era algo que otro hombre no podría hacer aparte de él.


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𝑴𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 [🇬🇹 𝒙 🇵🇪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora