Capítulo 3

9 1 0
                                    

En unas tierras lejanas, en archipielago sembrado de pronunciados acantilados y frondosa vegetacion, un zorro delgado y alto llamado Nathan escalaba una ladera, la noche era oscura como pocas, completamente despejada y sin ninguna luna que iluminase el lugar, el zorro desencajada completamente de lo que se esperaria de un alpinista, vestia un pulcro traje negro en el cual no se fijaba la mas minima voluta de polvo o arruga, no llevaba ningun tipo de proteccion. Encajaba metódicamente sus manos y zapatos en rendijas y recovecos, muchas veces sus dedos simplemente se hundían en la piedra como si esta se moldeara bajo sus manos. Cuando se detuvo para tomar un respiro miro a su alrededor, estaba muy alto y entre las aguas que le separaban de las demás islas veía algunos barcos que transitaban la densa noche, el turismo jamás morirá en las islas filipinas.

Llenó sus pulmones de gélido aire y luego continuó su ascenso, era solo una mancha oscura en la piedra, nadie se percataba en sus largos cabellos celestes o su pelaje amarronado característico de los fennec, en parte se debía a complicados conjuros que la hacían deslizarse entre las protecciones que pudieran delatar su presencia. Al llegar a la cima se encontró con un denso follaje que apenas dejaba entrever una leve luz que delataba la cabaña que contenía en su interior. Aquella no eran las vacaciones que habría deseado, ni mucho menos, odiaba cada milímetro de ese lugar.

Nathan se echó al suelo y empezó a reptar sin hacer el menor ruido, avanzó entre la vegetación hasta llegar al borde de una cabaña de piedra sumamente antigua, el musgo había reclamado buena parte del lugar. Extendió su mano hacia la piedra tocándola levemente y luego dejó que la uña de su dedo índice se hunda en ella y la cortase como si fuera mantequilla. Trozo a trozo fue creando un hueco hasta que su dedo solo toco el aire, se apegó lo más que pudo para espiar en el interior, alcanzo a ver a un viejo zorro sumamente pálido sentado en una reposera, llevaba una bata negra con flores doradas exquisitamente bordadas, a su lado estaba una loba muy esbelta y recta vistiendo un traje sumamente formal que la haría pasar por una ejecutiva de cualquier banco, servía una profusa cantidad de vino en una gran copa que sostenía el zorro.

Nathan se muerde la uña partiéndola y luego sopla su aliento en ella, ve como lentamente adquiere un color azul eléctrico y luego numerosas y finas líneas empiezan a marcarse encima trazando así un complejo cuadriculado, luego la pone nuevamente en su dedo donde queda pegado como si nada hubiese pasado.

El zorro lleva la copa a sus labios y prueba un poco del vino, cierra sus ojos mientras el líquido fresco se desliza por su lengua y moja su paladar, luego la copa cae al suelo rompiéndose en mil pedazos. Nathan había introducido su dedo nuevamente por el hueco y el fragmento de uña se separó disparando hacia la cabeza del zorro en el más absoluto silencio, el cartílago azulado se hundió completamente en el costado de su sien.

La zorra que lo servía tiró al suelo la botella y desenfundó una pistola que llevaba oculta en su espalda, miró hacia todos lados esperando señales de un ataque, pero nunca se fijó en las piedras que se encontraban en una leve penumbra bastante por debajo de la altura de las ventanas. Luego tomó del cuello al zorro y tiró de él trayéndolo al suelo al suelo junto con ella. Nathanael volvió a mirar por el agujero, admiro como la zorra se colocaba sobre su protegido, apoyando la culata de su arma en el cuerpo del zorro para mayor estabilidad mientras con su mano libre le tanteaba el cuello, pero ya era tarde, no tenía pulso y un liquido rosado chorreaba por sus ojos, nariz y oidos.

Con una maldición la zorra arrojó el arma contra la pared donde estaba Nathan, ésta explotó como si le hubiesen arrojado una granada y mandó a volar al fénec hacia la espesura. La zorra distinguió su manojo de pelos celestes pero no arremetió contra él, cargó al zorro en sus brazos y saltó por una ventana opuesta y empezó a correr en sentido contrario.

Nathan maldijo y se lanzó como una bala entre la nube de polvo que se había levantado, atravesó la ventana que había roto la zorra y sin aminorar la velocidad llevó su mano derecha hacia atrás con un trozo de piedra que había recogido del suelo.

-Arde- Murmuró con unas palabras que produjeron un leve estallido de aire que estremeció las plantas a su alrededor y luego lanzó la piedra.

El proyectil cruzó con una velocidad vertiginosa el aire mientras adquiere un enorme brillo hasta que se estrelló en el tronco de un árbol provocando una antinatural explosion que lo engulle en ramas. La zorra vio esto con horror por el rabillo del ojo y apresuró su paso. El ruido sirvió para que Nathan se adelantara por su otro costado sin que lo percibiera, intentó darle un zarpazo pero ella lo noto a tiempo y lo esquivo en un grácil movimiento, a lo lejos ya empezaba a oírse un helicóptero que volaba hacia esa dirección.

La zorra clavó sus dientes en el cuello del zorro y bebió con avidez mientras se giraba para encarar al fennec, dejó caer a su protegido al tiempo en que Nathan pegaba un gran salto potenciado por el impulso de la cabeza y descendía con una negra lanza en su mano que había materializado. Ella extendió sus manos hacia adelante liberando una magia explosiva que impactó de lleno contra el fénec mandándolo a volar hacia atrás, quebrando varios árboles en el proceso. Un fugaz pensamiento de victoria cruzó la mente de la zorra, luego la mitad de su vista se vio teñida de rojo por una gota de sangre. Con espanto se llevó las manos a la cabeza y comprobó que su frente estaba atravesada por la lanza, no sentía ningún dolor y sus funciones mentales deberían haber quedado hechas puré, sin embargo allí estaba, como si nada hubiese pasado. El helicóptero se escuchaba más fuerte, pronto podrían extraerles, cargo devuelta al viejo zorro en sus brazos y trotó hacia donde se escuchaba el ruido. Avanzo entre madera chamuscada y zarcillos de fuego que comenzaba a engullir algunas plantas hasta que llegó a un tronco partido sobre el cual descansa el cuerpo de Nathan, había perdido una pierna, estaba completamente desnudo y le faltaba piel en la mayoría de su cuerpo, solo su cabeza estaba intacta.

La zorra no sabía por qué, pero le pareció buena idea dejar caer al viejo zorro al suelo, luego tomó un cuchillo de entre los jirones de ropa que antes habían pertenecido a la fennec y dejó que la hoja empezase a bailar silenciosamente por su propio cuerpo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 04, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Alopexomaquia - NaNoWriMo 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora