Era una noche fría y clara cuando la madre de Lisa comenzó a sentir las primeras contracciones. Estaba en su humilde hogar, rodeada de la calidez y el amor de su familia. A pesar del miedo y la incertidumbre que sentía, había una determinación en sus ojos, una fuerza que la impulsaba a seguir adelante.
Las contracciones se volvieron más intensas y más frecuentes, un dolor agudo que la hacía agarrarse el vientre y respirar profundamente. Pero la madre de Lisa era fuerte, y cada vez que el dolor amenazaba con abrumarla, ella se concentraba en la pequeña vida que estaba a punto de traer al mundo.
A su lado, su marido la sostenía, su mano apretando la suya en un gesto de apoyo y amor. A pesar de su preocupación, él se mantenía firme, su presencia un ancla para ella en medio del torbellino de emociones.
A medida que la labor de parto avanzaba, la madre de Lisa se aferraba a la esperanza y la determinación. Cada contracción la acercaba más a conocer a su hija, a tenerla en sus brazos. Y aunque el dolor era intenso, la promesa de ese momento la mantenía fuerte.
Finalmente, después de horas de trabajo duro y agotador, llegó el momento. Con una última oleada de dolor y esfuerzo, Lisa nació. La madre de Lisa la tomó en sus brazos, su rostro lleno de amor y asombro al ver a su pequeña hija por primera vez.
Fue un momento de pura alegría y alivio, un momento que compensó todo el dolor y la lucha. Y mientras la madre de Lisa sostenía a su hija recién nacida, supo que todo valió la pena. Porque a pesar de todas las dificultades, había traído a una nueva vida al mundo, una vida llena de promesas y posibilidades. Y en ese momento, todo lo demás dejó de importar.
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Desde que era una niña pequeña, Lisa encontraba consuelo y alegría en la danza. En los días más oscuros, cuando la despensa estaba casi vacía y la desaparición de su padre pesaba como una losa sobre la familia, la danza era su salvación.
Sin embargo, la dura realidad de su situación financiera significaba que no podía permitirse asistir a la escuela. En su lugar, cada día se convertía en un desafío para contribuir a la economía de su hogar.
Cada mañana, Lisa se levantaba temprano y se vestía con su ropa más cómoda.Se ponía sus zapatillas de baile gastadas, ataba su cabello en dos coletas y salía a la calle con una pequeña radio en la mano.
Se dirigía a la misma esquina concurrida del barrio, un lugar que había llegado a considerar su escenario personal.
Colocaba la radio en el suelo, tomaba una respiración profunda y pulsaba el botón de play. La música comenzaba a sonar, llenando el aire con una melodía alegre y enérgica.
Lisa comenzaba a moverse al ritmo, sus pequeños pies siguiendo los pasos que había practicado tantas veces en la sala de su casa.
A pesar de su situación, Lisa bailaba con una gracia y una alegría que eran contagiosas.
Sus movimientos eran fluidos y seguros, cada paso y giro ejecutado con una precisión que demostraba las innumerables horas que había dedicado a practicar en la privacidad de su hogar.
La gente comenzaba a detenerse para verla. Algunos sonreían al verla, otros aplaudían al ritmo de la música. Algunos incluso comenzaban a dejar monedas en una pequeña lata que Lisa había colocado al lado de la radio. Cada moneda que caía en la lata era una afirmación de su talento, una validación de su esfuerzo.
A pesar del cansancio y de la preocupación que sentía por su familia, Lisa continuaba bailando, su espíritu indomable brillando a través de su danza.
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¡¿Convertirte en Jennie King?!
RomanceEn el glamoroso mundo de Elite High School, dos chicas de orígenes muy diferentes encuentran que sus vidas se entrelazan de maneras inesperadas. Jennie King, la abeja reina de la escuela, parece tenerlo todo: riqueza, popularidad y una vida aparente...