Nota: todos los personajes, animes, imágenes, música que aparezcan en este video no son de mi propiedad créditos a sus respectivos creadores, y lo único que me pertenece es el fic ósea que el dueño del fic es PEPO DBZ. Fin de la nota, comencemos.
.
.
.
.
El oscuro ritual avanzaba inexorablemente, desencadenando una ola de terror que abrazaba al reino Champiñón. La sonrisa desquiciada de Peach iluminaba la escena, una expresión de locura y ambición que no se le había visto antes. El encapuchado permanecía inmutable, un testigo silente del cataclismo que se avecinaba.
Mientras Peach recitaba las palabras en un antiguo idioma, el suelo temblaba bajo sus pies, y los cielos se llenaban de nubes tormentosas. Las sombras se alzaban como espectros, danzando alrededor de la Princesa de manera inquietante. Cada palabra pronunciada aumentaba la presión en el aire, como si el mismo mundo se retorciera en respuesta a su llamado.
La tierra crujía y temblaba violentamente, y una sensación de pavor se extendía por todo el reino. La magia oscura fluía de Peach, fusionándose con el encapuchado, creando una sinergia maldita. Era el momento culminante de un plan retorcido que había estado en desarrollo durante mucho tiempo.
La liberación de las bestias, esas criaturas antiguas y aterradoras, se sentía inminente, como un latido oscuro en el corazón mismo de la tierra. En un rincón del reino, Bowsette y Boosette se preparaban para enfrentar esta pesadilla, sin saber si habría un mañana para ellos y su mundo. El reino Champiñón estaba en las garras de la oscuridad, y solo el tiempo revelaría las terribles consecuencias de ese momento.
La Princesa Peach, en medio de una risa histérica y macabra, contemplaba con éxtasis la manifestación de una grotesca pesadilla en el horizonte. Era una criatura inenarrable, una bestia de múltiples cabezas, cada una más siniestra que la anterior. Sus ojos brillaban con una luz retorcida, emanando un aura de maldad pura. Las fauces babosas y los colmillos afilados eran un recordatorio de la sed insaciable de destrucción que poseía.
.
.
El encapuchado permanecía en silencio, su presencia envuelta en un aura de serenidad. Conocía el terror que esta bestia era capaz de desatar, Aunque su expresión era imperturbable, su mente trabajaba sin descanso para encontrar una manera de detener este desastre.
Mientras la criatura tomaba forma, los cielos se oscurecían y el mundo se llenaba de caos. Los aullidos de la bestia reverberaban como un cántico funesto, y su mera existencia amenazaba con devorar la realidad. Era como si el abismo mismo se hubiera desatado y se hubiera materializado frente a la Princesa Peach.