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🦪
—A ver... Nam-Soon volvió, ¿pero en realidad no volvió? —Miro confusa—. Si me iban a despertar por eso, mejor que me hubiera levantado la taquicardia que me dio al sentir la fuerza.
—Esto no es un juego, Jinju —Exclamó su madre, aun sosteniéndose de la pared acoplándose.— Alguien acaba de usar la fuerza, y no fue ninguna de nosotras.
La no tan grata sorpresa que le dio a jinju al saber que la chica que dormía en el cuarto de al lado no era su hermana, sino una extraña, no ayudo en nada a su sueño, pero ¡Hey! Al menos confirmó que su padre no había decidido tomarse unas vacaciones mentales.
—Pues listo, papá no se volvió loco y esa no es Nam-Soon —suspiro con falso alivio y bostezó—. Si eso era todo, me voy a dormir.
Volteo para ver a su abuela y subir los hombros en forma de una derrota y volver a su habitación, su mamá ni siquiera lo pensó al ir a su oficina ignorando abismalmente todo lo demás, para que su abuela quedará aún mas confundida que antes
—¡Ah! ¿Entonces van a jugar a no saber nada hasta mañana? —exclamó con sarcasmo—. ¡Me voy a dormir!, nadie tiene sentido común en esta casa.
Las salidas dramáticas eran algo que se puso de moda estos días ¿Eh?
La vida de Jinju nunca fue particularmente dramática ni llena de extravagancias a como parece, al menos en lo que su pequeño cerebro de veintitrés años consideraba normal con su familia, No se veía como una niña mimada por su madre, aunque tenía que admitir que su madre la consentía bastante por ser esa Nam-soon que perdieron hace años. Era como esa niña de la película de Willy Wonka, pero con más dinero y, claro, según algunos, mayormente su padre, un toque más bonita.
¡No era aprovechada! Solo la criaron... diferente.
Su madre le había dado tres lecciones básicas desde que tiene uso de la razón: que el dinero movía todo, desde tu vida hasta tu posición en la sociedad, e incluso el amor. Y en ese mundo de comodidades y lujos, Jinju estaba a punto de descubrir que las enseñanzas de su madre no eran solo palabras al viento.
