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El juego era continuo, pero la tensión acapara el aire mientras juegan con las cartas, ambos tenían ese aire competitivo y de un odio que ninguno podía evitar.
La propuesta de ella era simple, una oferta que no podrían rechazar al ganador, sin importar cuál fuera.
Pero Geum-joo era buena, así que fácilmente venció a Shi-oh cuando se retiró del juego.
—Dígame, ¿qué quiere de mí? —Se recostó en la silla viéndola—. ¿Qué propone?
—Veo que... a Dogoo le va muy bien —no iba a ir directamente a amenazarlo, debía al menos hacer que todo esto valiera más la pena para acabar con esto de las drogas— ¿Cómo pudo crear tal compañía?
Él iba a responder, de la misma manera en la que podría responderle a cualquiera hasta que fue interrumpido por Geum-joo.
—Quiero conocer la verdadera razón.
Shi-oh le sonrió con esa amabilidad irreal que daba para responder.
—Cambio de reglas.
—¿Un Cambio de reglas?
—Los mercados capitalistas, mi objetivo es... Ese poder —Habló con simpleza— el poderoso le gana al débil, quiero ser y tener ese poder para subir en esta cadena alimenticia.
—¿Al subir no terminas dejando atrás a los más débiles? —Geum-joo lo cuestionó sobre su pensamiento de poder frente a todo—. Yo preferiría ayudar a los débiles al ser poderoso, crear un mundo mejor.
Hubo un silencio tensó en el lugar, sus miradas eran fijas y hasta cierto punto molestas, por el contrario, el primero en moverse fue Shi-oh.
—¿Qué está planeando, Hwang Geum-joo?
—Voy a ser clara, Ryu Shi-oh —Habló mientras miraba a sus cartas en la mesa con desdén—. Quiero a mi hija de regreso.
Su entrada al Heritage fue tan tensa como un cuchillo, cuando el apareció tuvo ese pensamiento intrusivo de tirarse encima de él y golpearlo hasta que terminara en una caja fúnebre.
