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"¡Su alteza!" -Él grito desesperado de un hombre, me tomó por sorpresa y mi corazón se aceleró, golpeando mi pecho con fuerza.

Hyunjin extendió sus brazos hacia mi y cubrió mi cuerpo, jalándome hacia él, en el piso.

Me sorprendí al sentir el olor a una esencia de flores en su atuendo. Pero, lo que más me sorprendió fue estar entre sus brazos, con sus manos sobre mi espalda y mi nuca. Bajé la guardia al punto en el que me encontraba en una situación que no esperaba.

Escuché unos pasos acercarse. "Esa flecha iba directo hacia ustedes. Los demás fueron en busca del responsable, le recomiendo volver a sus aposentos, su alteza"

Hyunjin aclaró su garganta y con delicadeza se alejó de mí. Sentí el frío atravesar mis huesos en el momento en que se alejó por completo.

Al ver la escena, solo me pude fijar en la flecha que estaba clavada justo en el lugar donde estaba hace unos segundos. El hombre frente a nosotros era alto y fornido, probablemente era la mano derecha del rey, así que nos estuvo vigilando todo ese momento.

Me desconecté de la conversación entre Hyunjin y el guardia real para acercarme hacia la flecha. Utilicé la potenciación de mi magia para sacarla del piso y analizarla.

La punta de la flecha era de plata y estaba cubierta con granos de sal. Esa flecha iba directo hacia mi con el propósito de acabar conmigo, esto ya no es una advertencia, esto es directamente contra mi y mi vida.

Me volteé horrorizada hacia Hyunjin, quien me miraba de la misma manera. Por alguna razón, mi corazón estaba agitado y sentía que me faltaba la respiración. No quiero morir. No quiero que Jeonse quede solo en el mundo. Tengo mucho por vivir aún, pero no quiero vivir a la defensiva.

"Refuercen la seguridad de este sector"  -Hyunjin ordenó- "No quiero que nadie entre al palacio a partir de hoy" -Me miró- "Utiliza tus poderes y haz lo que sea necesario para defenderte, yo estoy de tu lado"

Parpadeé, conmovida. Jamás había sentido la necesidad de que alguien hiciera algo por mi, pero en este momento de vulnerabilidad le agradecía lo que estaba haciendo por mi seguridad, aunque no comprendiera la razón.

"Oh Ayeong" -Su voz.

Era su voz.

Me volteé de golpe y un suspiro salió desde lo más profundo de mi garganta al ver a Han correr hacia mi. Se veía agotado pero aún se había tomado el tiempo de ir por mi.

"Han Jisung" -Chillé.

Corrí hacia él y brinqué, dejándome caer entre sus brazos. Siempre he tenido miedo de que no vuelva de sus misiones, así que, en el momento en lo que regresa a mi, siento que el alma me vuelve al cuerpo.

"Yo también te extrañé, demonio" -Dió un par de giros antes de que mis pies tocaran el piso.

"¿Demonio?" -Me quejé.

Él golpeó mi frente con su dedo índice. "¿Cómo es posible que hayas ido a una misión a la frontera? ¿Estás demente? ¿Sabes lo peligrosa que es?"

Fruncí el ceño. "Te recuerdo que soy la hechicera más poderosa del lugar"

"Si, lo eres. Pero, no eres inmortal" -Su ceño se relajó cuando vió mi puchero. Bufó- "Bueno, está bien. No te voy a regañar. Llévame hacia tu hermano, quiero saber cómo está"

Asentí, enredando mi brazo con el suyo. Y en ese momento, me percaté de que Hyunjin ya no estaba allí. Caminé junto a Han por la oscuridad mientras hablábamos de lo que habíamos vivido en el último tiempo.

...

En el último mes, Han y Minho habían sido reclutados para defender el palacio real dado el sinfín de ataques que había sufrido la fortaleza. Todos, dirigidos a mí. Pero, el príncipe Hyunjin había sido muy tajante con su orden de no dejarme salir del palacio por el bien de todos en el lugar. No podían perder a la hechicera mentora del principe heredero. Y pues, a medida que fue aumentando mi cantidad de aprendices, más territorio ganábamos en las batallas.

El rey comenzó a regalarnos objetos valiosos y comida de la realeza, Jeonse intentaba rechazarla pero yo la aceptaba sin ningún problema. Después de todo, me lo debían.

Hyunjin retomó poco a poco su entrenamiento, aunque, su actitud no volvió a ser la misma.

Ahora mismo, me encontraba caminando con disimulo por los pasillos del palacio, esperando encontrar la habitación donde escondían los libros de hechicería. Necesitaba respuestas, y aprovecharía de encontrarlas mientras siguiera viviendo aquí.

Esquivé un par de guardias con la excusa de que estaba buscando al príncipe para una lección. Ellos me dejaron husmear por ahí.

Cuando me encontré con una habitación enorme, supe que había llegado. Un sinfín de libros en las estanterías, ordenados por años según los escritos por los historiadores, otros que tenían manchas de sangre y de tierra. Sin duda encontraría mis respuestas, sólo necesitaba elegir el libro adecuado.

Deambulé en busca del libro que contenía las respuestas, aquel libro teñido de azul que mi abuela mencionaba en su libro de hechicería.

Lo divisé muy en lo alto así que tuve que ir por un banco de madera para escalar. Cuando logré obtenerlo, tomé una bocanada de aire antes de abrirlo.

"... La hechicería finalmente fue aceptada como un regalo divino que vino a salvarnos de las fuerzas japonesas..."

Pase rápidamente algunas páginas hasta que me topé algo que me llamó la atención.

"... En mi momento de mayor desesperación, cuando supe que estaban decididos a desaparecerme porque ya no les era de utilidad, lancé una maldición que cambió mi futuro para siempre: Quien acabe con mi vida, tendrá un destino mucho más doloroso que la muerte. Todo aquello que desee con ansias, se convertirá en su peor maldición para él y todas las generaciones que le preceden..."

Abrí los ojos a más no poder. Mi abuela había escrito esto hace un tiempo, ¿Cómo es posible que supiera su futuro? ¿Cómo sabía lo que debía hacer exactamente?

"El rey tomó la decisión de asesinarme de la manera más cruel posible, lo supe desde antes porque tenía oídos en el palacio real. Así que tomé mis precauciones como humana. Si este libro llega a las manos equivocadas, sé que será la perdición de mis sucesores pero también sé que si mis sucesores necesitan repuestas, yo se las podré dar.

La maldición que invoqué para la familia real fue que el linaje acabaría con el último rey que yo viera nacer. Apartir de ese momento, jamás volvía a nacer un hombre en la familia real, dando paso a otra generación gobernante..."

¿No nacerá ningún hombre?

¿Entonces, Hyunjin no es parte de...?

Mi vista se volvió negro y perdí la conciencia completamente al sentir un estruendoso golpe en mi nuca.

ENCHANTRESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora