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"Tu cuerpo empezó a irradiar un especie de calor y la magia de tu interior de manifestó. Estabas cubierta de una capa de magia mientras dormías" -Jeonse exageró su explicación mediante gestos- "Era como una armadura de magia"

Bebí un sorbo de mi infusión de hierbas. "No tengo idea de cómo lo hice"

De pronto, un golpe estruendoso en la puerta principal, nos sobresaltó. Acto seguido, alrededor de 10 guardias de la realeza aparecieron en nuestra casa, empujando todo a su paso hasta que nos encontraron.

"El rey te convoca a una reunión"

No tuve tiempo de responder cuando me vi arrastrada hasta la puerta principal. Podía escuchar a Jeonse y a Jisung quejándose por la manera en que me estaban tratando. Me lanzaron a una especie de carruaje y me llevaron hasta la fortaleza real.

Todos los pueblerinos y familiares de la realeza me estaban observando. Supongo que les llamaba la atención que alrededor de 10 guardias estuviesen arrastrando a una  chica paliducha y débil.

En cuestión de minutos, me encontraba de rodillas frente a él. Claramente, no fue de manera voluntaria. Tenía a dos guardias sujetándome de los hombros.

"Oh Ayeong" -Él entrelazó sus propios dedos- "¿No te quedó claro que tu misión es entrenar al príncipe heredero y no corromperlo para que dañe su imagen?"

Contuve mis respuestas. Estaba en una clara desventaja.

Él enarcó una ceja al sentir mi silencio. "¿Te comieron la lengua los ratones? ¿O sólo tienes deseos de morir?"

Escuché el sonido del metal deslizándose y luego el filo de la espada de uno de los guardias estaba en mi garganta.

Mentiría completamente si dijera que me mantuve sumisa en el piso y bajé la mirada, porque en el momento en que la espada rozó mi garganta, rasgando un poco a su paso, me levanté de golpe y lancé el objeto al otro extremo de la sala con el poder del viento.

"¿Para qué querría corromper a su estúpido hijo?" -Gruñí- "¿Tienes miedo de mi, Su alteza?" -Alcé mis manos a la altura del cuello de los guardias y me aseguré de que sus pies dejaran de tocar el piso- "¿Temes que el fantasma de mi abuela regrese por la familia real y acabe con cada uno de ellos de la misma manera en que acabaron con ella?"

Miré a los guardias luchando por sus vidas. Intentando desesperadamente salir de mi agarre y me arrepentí inmediatamente. Me había dejado llevar por la ira que me provocó que hayan preocupado a mi hermano.

Ellos eran simples plebeyos, al igual que yo.

"Mejor utiliza ese poder. Esa ira y ese rencor con nuestros enemigos. Oh Ayeong, tu única misión es entrenar a Hyunjin y defender a la nación. Mantente al margen"

Apreté mis manos, enterrando las uñas en mi palma. Caminé fuera del palacio, dándome cuenta de que no traía mi espada y que era mucho más vulnerable al ataque de los demás.

"Lamento lo que sucedió ahí dentro" -Volteé de golpe para encontrarme con el príncipe heredero, mirándome con un toque de culpabilidad en su mirada- "Debí asumir que te culparían de todo. Lamento no poder defenderte"

Me acerqué a él, dejando unos vagos centímetros de distancia entre nuestros rostros

"No vuelvas a dirigirte a mi como si fuéramos cercanos. Soy tu maestra y tú eres mi aprendiz, limita tus comentarios a las clases" -Golpeé su hombro al pasar por su lado. Mis problemas de ira me traerán consecuencias en estos días.

Con el pasar de los días, Hyunjin se alejó de mí. Se mantenía enfocado en las clases y limitaba sus comentarios a preguntas sobre las técnicas. Al verlo distante, me di cuenta de que estaba enseñándole al príncipe heredero los secretos de entrenamiento de mi familia.

¿Estaba haciendo lo correcto?

Esa maldita familia había lastimado a la mía hace tiempo, ¿Estaba haciendo lo correcto al enseñarle los secretos de mi abuela?

Luego de unas semanas, Hyunjin comenzó a ausentarse a las clases cada vez más seguido. Primero faltaba un día o dos, luego eran tres o cuatro, hasta hoy, que ya llevaba una semana sin asistir.

Minho y Han volvieron al fuerte fronterizo al noroeste de la ciudad, así que tampoco tenía contacto con ellos desde hace días. Ahora mismo, sólo éramos Jeonse y yo.

Jeonse ya era todo un experto hechicero, podía sentir que estaba frenando su energía para no demostrar su 100% contra mí.

Le lancé un golpe "decisivo" con mi espada y lo esquivó sin mayor problema. Su fortaleza era la rapidez, mi fortaleza era la fuerza. Cada vez que esquivaba mis golpes, era yo quien recibía uno. Y cada vez que lo golpeaba, se agotaba con mayor rapidez.

Nuestras tardes se convirtieron en horas y horas de peleas con armas, sin armas y con magia, estaba orgullosa de mi creación, Jeonse sería un excelente guerrero en el campo de batalla.

El disturbio comenzó cuando la luna llena se había instalado en el oscuro cielo estrellado y el sonido de los caballos galopeando irrumpieron en nuestro hogar. A la distancia, pensé que era Han, pero cuando la neblina se disipó por la cercanía, me vi obligada a alzar mi espada.

El caballo corrió en la dirección opuesta en el momento en que el hombre de rostro oculto se lanzó de él para dar un golpe en la tierra con intensidad.

El piso se abrió entre Jeonse y yo. Creando una enorme grieta que casi destruye nuestra casa.

Jeonse sacó su espada y el color blanco brillante se apoderó del objeto. Antes de que el hombre diera su primer paso, mi hermano ya se encontraba luchando con todas sus fuerzas.

El olor a arsénico cubrió mis cosas nasales. Eso significaba una sola cosa.

Una chamana estaba cerca.

Me escabullí por los árboles, manteniéndome alerta y a la defensiva. Las chamanas eran conocidas por usar magia negra con propósitos ajenos, muy al contrario de los hechiceros, quienes hacían uso de la magia con fines propios.

El sonido de unos cascabeles me guío hasta una mujer de cabello largo y vestido blanco que estaba sentada sobre una roca bañada en sangre de algún animal.

La cantidad de sangre era tan abundante que no me quedó duda alguna de que estaba haciendo magia negra con la sangre de un buey. Antes de leer el libro de mi abuela, no hubiese comprendido los peligrosa que era la situación.

La sangre de buey, la piedra gigante, el vestido blanco y los cascabeles solo significaban una cosa: Hechizo de muerte.

Me acerqué sigilosamente hasta que el filo de mi espada se apoyó en su cuello.

"Deja los cascabeles en el piso y levanta las manos sobre tu cabeza" -Murmuré.

Ella siguió mis órdenes. Sus manos estaban cubiertas de sangre.

"Necesito explicaciones ahora mismo, tienes 10 segundos para contarme qué está sucediendo" -Presioné el filo sobre su cuello, dejando un pequeño corte- "No tengo miedo a matarte, así que comienza a hablar"

"Trabajo para alguien poderoso. No puedo decirte para quien, pero mi objetivo aquí es asesinar al legado de hechiceros del pueblo. Así que, si no vas a dejarme libre, sólo asesíname" -Ella habló sin ningún tipo de emoción- "Si no muero por ti, moriré por ellos"

Suspiré. "¿Si te dejo vivir, vas a darme más información?"

Ella negó. "Mi objetivo es acabar contigo y con tu hermano, no puedo darte más información"

Asentí. Alcé mi espada y en un movimiento limpio, corté su garganta.

Su sangre se mezcló con la de los animales que había asesinado brutalmente. Sabía a la perfección que estos rituales se lograban desmembrando animales o niños mientras estaban vivos.

¿Merecía vivir? No lo sé, pero para mí, no lo merecía.

Volví rápidamente hacia la casa, encontrándome a Jeonse desconcertado, mirando el cuerpo del hombre que nos había atacado, completamente desvanecido en el piso.

"Yo no fui, Ayeong. Yo no lo asesiné. Estábamos luchando y de pronto se desplomó" -Estaba muy nervioso y ansioso así que tomé sus manos y las acaricié.

Jeonse era extremadamente alto y últimamente estaba mucho más fornido. Pero, su inocencia y ternura seguían intactas.

ENCHANTRESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora