5. Muñeco de nieve ¿vivo?

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Hacía frío. Incluso después de que la nieve terminó de caer y el viento dejó de soplar, todavía hacía mucho frío. Los chicos no tenían idea de adónde iban. El rastro que Leo había dejado atrás se había ido y ahora sus hermanos solo gritaban sin rumbo fijo su nombre.

–¡Leo!– gritó Mikey una y otra vez.

–Leo, somos nosotros. No queríamos hacerte congelar el verano–. añadió Donnie.

–¡Lo sentimos! ¡Todo es culpa de Raph!– gritó Mikey.

–¡Ey!– replicó Raph.

–Bueno, lo fue–. Mikey dijo, como si fuera obvio.

Raph le arrojó una bola de nieve a la cabeza y así comenzó una pelea de bolas de nieve infantil entre Mikey y Raph.

Donnie se quedó al margen sacudiendo la cabeza.

–Chicos, paren.

No estaban escuchando.

Siguieron con su estúpida pelea hasta terminar en el suelo, el sensei solo soltó un suspiro de cansancio mientras Donatello llevó su mano al rostro.

Cuando se pusieron de pie para recuperarse, una enorme pila de nieve cayó de la rama de un árbol y los cubrió.

–Ah hombre, como si ser de sangre fría no fuera lo suficientemente difícil–. se quejó Mikey mientras sacudía la nieve.

–Nada de esto hubiera pasado si Leo hubiera contado su secreto– Raph exclamó, estaba odiando todo este frío.

A medida que avanzaban, el comenzó a congelarse más y más por minutos.

Mikey estaba especialmente helado.

–Nieve. Tenía que ser nieve. ¡N-no podía tener una cálida magia tropical que cubrió el fiordo en arena blanca y cálido... fuego!.

Eso último no tenía sentido.

–Dejen de reclamar, ¿acaso olvidaron a que vinimos?– la rata se sentía cansada y demasiado preocupado como para escuchar las boberias de sus hijos menores.

Caminaron hasta llegar a una cascada congelada.

Bajo el transparente hielo se podían ver pequeños peces que no contaban con la llegada de un invierno fuera de época.

–Pobrecitos...– exclamó el menor.

–Ahh, pero cuando están en la parrilla no te parecen pobrecitos.

El maestro camino unos metros más hacia el frente donde se encontraban varios árboles de sauce llorón.

Las hojas que normalmente caían hacía abajo se encontraban cubiertas de nieve como cualquier otra cosa en ese momento, Splinter se acerco al tronco de uno de los árboles y lo tocó, realmente el invierno podía ser muy bonito.

Su mente se divago por unos momentos, recordó con una sonrisa parte de su infancia, cuando solía jugar con su hermano adoptivo bajo la nieve de Japón mientras su padre se limitaba a observarlos desde la puerta que daba al dojo.

Pero la sonrisa desapareció de su rostro, ¿como había permitido que todo se le escapara de las manos de esa forma?, le sucedieron cosas que pensaba imposible desde que piso Nueva York, convertirse en mutante junto a las cuatro tortuguitas que había adoptado no estaban en sus planes. Menos todavía que uno de ellos saliera premiado con poderes.

En aquel entonces había asumido que obligarlo a abandonar esa parte de si era lo mejor para prevenir futuros accidentes, tan equivocado estaba.

Había descubierto que no estaba tan al tanto de las dificultades de su hijo adoptivo mayor, ya que antes de salir había entrado a la pequeña habitación que este utilizaba solo para encontrase con paredes cubiertas de hielo.

Frozen Turtles | TMNT 2012Donde viven las historias. Descúbrelo ahora