Capítulo 24.

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Podía sentirlo, por fin, en medio de mis dedos, la viscosa consistencia de la sangre bañando mi piel. Siempre había querido bañarme en ella, supongo que es un deseo obscuro, pero que realmente me encantaba imaginar.

—Por favor para...

Me volteo de reojo para mirar a Sam, el cual estaba atado en mi cama, llorando y mirándome asustado. No había nadie en casa, y había aprovechado eso para traer a ese maldito director para asesinarlo frente a mi Sam, quería verlo feliz...

—Quiero irme a casa —suplica Sam sin dejar de llorar—, por favor déjame ir...

—No tengas miedo —le digo mirándolo enamorado—, hice esto para ti ¿Por qué no estas feliz? ¿Por qué no estas sonriendo?

Veo como Sam suelta un gritito de horror, mientras me ve soltar el cuchillo de cocina que había usado para apuñalar el cuello de ese tipo. Había usado toda mi fuerza para hacer eso, por lo que su cabeza estaba a punto de separarse de su cuerpo, me había encargado de cortar casi todos los músculos blandos de su cuello.

—Es hermoso ¿No crees? —le pregunto, acercándome para subirme sobre él en la cama— Solo para Sam...

Metiéndome entre sus piernas abiertas, paso mis manos llenas de sangre por sus mejillas y sus labios, observando como sus pesadas lágrimas lograban limpiar un poco del fluido rojo de mis manos, haciéndome sonreír.

—Te amo tanto Sam, te amo... —susurro acercándome a sus labios, para besarlos con deseo.

Puedo sentir a Sam resistiéndose debajo de mí, así que lo tomo del cuello con fuerza para mantenerlo quieto, disfrutando del sabor metálico de la sangre en nuestros labios, comenzando a hacer presión sobre mi mano sobre su cuello para quitarle el aire. No quería matar a Sam, solo quería hacerlo llorar más.

—Tu eres mío Sam, no te alejaras de mi jamás —lo amenazo mirándolo a los ojos, disfrutando de su expresión aterrada.

Ahí estaba de nuevo, el terror, su miedo, me llenan y me hacen sentir completo. Si es verdad, no dejare que nadie me aleje jamás de Sam, el solo será mío por siempre.

****

Abro los ojos de golpe, mirando el techo de mi habitación, jadeando. Me sentía confundido, como si hubiera tenido una pesadilla, aunque sabía que no había sido una pesadilla, había sido algo más. Volteo mi mirada de reojo a mi teléfono en mi mesa de noche, que había emitido un suave pitido, pero ese era el menor de mis problemas ahora.

—Mierda... —susurro sentándome en la cama sintiéndome adormilado.

Eran las 4 am, Sam ya debía estar despierto, yo no debería, pero él siempre me despertaba llamándome o mandándome un mensaje ni bien abría los ojos. Eso me molestaba, pero como había dicho, ese era el menor de mis problemas ahora. Sentía mis sabanas y mis pantalones mojados, me había orinado en la cama, otra vez. Suspirando me levanto cansado, quitando las sabanas y saliendo de la habitación rápidamente.

Con un objetivo claro, salgo de mi habitación para ir al cuarto de lavado, metiendo las sabanas y mi pijama sucio en la lavadora, la cual hice funcionar lo más rápido posible para lavar mi embarazoso accidente.

Rápidamente tomo un pijama nuevo de la ropa limpia, corriendo al baño, donde me doy una ducha helada quitando mi propio fluido corporal de las piernas y nalgas. Aunque en realidad, también lo hacía por otro motivo un poco menos notorio, estaba excitado, había tenido mi propia versión de "sueño húmedo" con Sam como protagonista, ya era la quinta o sexta vez que aquello sucedía, solo que ahora me había orinado encima antes de "acabar". Mi erección baja con cierto esfuerzo, para que luego yo pudiera salir de la ducha, temblando por el frio de la madrugada y del agua helada con la que me había bañado.

Enamorando al psicópata (Versión corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora