Capítulo 46.

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Hola Sam.

¿Cómo has estado?

Yo he estado... ¿Bien? Mi viaje se ha vuelto largo, subido en un millar de autobuses, lentamente regreso a ti.

En estos días he visto mucho, hubiera querido que tú vinieras a verlo conmigo también. Los más hermoso paisajes, montañas verdes y cielos despejados ¿Nuestro país siempre fue así? ¿Tan hermoso?

Ahora que no estoy con mi teléfono, o con cualquier aparato tecnológico, me he quedado viendo las ventanas hacia el exterior del autobús por horas, mientras este avanza por los caminos. En el día veo el aire, los caminos despejados con buses como en los que estoy avanzando a toda velocidad por la carretera, con montañas y verdes prados alrededor, pasamos por túneles obscuros para volver a la luz, y también puedo apreciar lagos y ríos que cruzan debajo de nosotros.

Y en las noches, antes de dormir, veo las estrellas. El cielo despejado y con un millar de puntos brillantes, me ayudan a dormir. Estas estrellas, que están sobre ti y sobre mi ¿Serán las mismas? ¿Tú también puedes verlas? Me gusta pensar que mientras yo veo las estrellas desde el autobús tú también las estás viendo en tu casa, por tu ventana. Eso me ayuda a pensar que estoy cerca de ti.

Las estrellas son las mismas cada vez que obscurece, lo único que cambia soy yo.

Me gusta pensar que me vuelvo más amable, más normal. Las personas ahora pasan junto a mí con confianza, mujeres, hombres, niños y niñas; todos ellos se sientan junto a mí en el autobús y no me tratan diferente.

¿Todas las personas como yo se sienten así? A veces en la noche, mientras observo las estrellas, por un segundo me giro a ver a mi acompañante de esa noche, y lo veo dormir en paz y tranquilo. Sam, puedo matarlos.

Supongo que la gran diferencia entre yo y tu son nuestras capacidades. Porque aunque no tiene nada que ver con nuestras inteligencias o nuestra cultura, si ponen una cuerda en tus manos y te dicen que tienes que matar a otra persona, tú te horrorizarías. Sin embargo, yo... Me gusta pensar que me negaría, pero en realidad sé que lo haría si me veo obligado o si me prometen algo que realmente deseo.

Eso que para las demás personas es inimaginable, para mi han sido sueños reales y grandes deseos a lo largo de mi vida.

Tal vez mi hermano tiene razón, y yo no nací siendo así, algo en mi infancia y en mi historia hizo que me volviera "esto". Pero para mí, en mi cabeza, solo puedo pensar en eso, sangre cayendo del cielo y órganos desechos en mis pies.

Y en este viaje, Sam, entendí que puedo dejar esas cosas en mi cabeza.

—Joven ¿Puede ayudarme con mi maleta?

Girándome algo sorprendido, veo a una señora bastante mayor detrás de mí en la fila del autobús. Sonriéndole lo más amable que puedo, asiento.

—Claro, déjeme llevarla —digo con amabilidad, tomando aquella vieja maleta de piel de sus manos, cargándola por ella.

Al llegar al autobús, no solo la ayudo a subir, también la llevo a su asiento y la ayudo a acomodarse hasta estar completamente a gusto.

—Muchas gracias pequeño niño —dijo ella pellizcándome una mejilla—, eres demasiado apuesto.

—Gracias... —digo algo cohibido, intentando que ella dejara de tocarme lo más amable que puedo.

Me estoy esforzando por ser diferente Sam.

Aunque es difícil, no estoy mintiendo, o intento no hacerlo. Si alguien me pregunta a donde voy digo la verdad. Si me preguntan la razón digo tu nombre. Y si alguien me pregunta que fue eso tan horrible digo que te hice mucho daño.

Enamorando al psicópata (Versión corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora