Prólogo.

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El hierro oxidado se hundió en mis palmas, lo sentía ardiendo sobre la piel de mis manos, lastimando mi piel. Con fuerza bruta y enceguecido por el odio, levanté la barra sobre mi cabeza una y otra vez, para luego dejarla caer pesadamente sobre ese saco de carne inmóvil en el piso.

Con cada golpe que dejaba caer sobre esa masa inerte y llena de sangre, un nuevo grito de pánico se escuchó a mí alrededor proveniente de la multitud a mi alrededor. Podía oír como unos de me suplicaban que me detuviera, mientras que otros solo miraban ese espectáculo lamentable que yo creé, y aunque había tantas personas a mi alrededor que fácilmente pudieron haberme detenido, nadie lo hizo.

Todos se quedaron mirando cómo asesinaba a ese chico.

No me detuve, aun cuando una suave voz gritaba en mi cabeza que eso estaba mal, que el placer oculto que sentía con cada golpe no era bueno... Yo no paré.

Por varios minutos, tal vez horas, golpeé el saco de carne, eso es algo que jamás podré olvidar. Vi la piel de su espalda abrirse, vi la sangre de sus músculos, y vi como sus ojos abiertos me miraban fijamente, cuando él dejó salir su último aliento como un alarido...

Un grito.

Abro los ojos cuando ese grito resuena en lo profundo de mi cabeza, como una alarma mental que me obligaba despertar de ese sueño, porque yo ya no estaba frente a esa bolsa de carne con el acero en las manos, eso ya había pasado.

Duele, aun duele.

Y en mis manos, como si aún sostuviera esa pesada barra de acero, mi piel arde mientras sostengo una hoja de papel. Había leído esa nota una, dos, tres veces... Perdí la cuenta. ¿Acaso ya tomé mis medicamentos? No, yo no quiero ni voy a ser un asesino.

Al final del atardecer y el inicio de una noche fría de invierno, estamos él y yo solos en esta habitación, mi acosador... ¿Quién es?

"¿Quién eres, S-Acosador?"

Enamorando al psicópata (Versión corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora