Capítulo X: El reto

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Hola a todos!

Bueno, les traigo un capítulo más, vengo de rápido. Espero les guste y la canción que me inspiró fue Arrest Rose que se las dejo.

También que va a empezar lo bueno de mi RoyEd XD. 

Voten y comenten porfis, para que me anime a seguir publicando XD estoy sacrificando mi sueño por esta historia. 

Ya saben, FMA NO me pertenece.

Capítulo X: El reto

Ya en casa, Ed estaba recostado en su cama. Estaba agotado, pero por indicaciones de Isaac, cenó algo antes de irse a descansar. Aunque ya se había reconciliado con Al, en el fondo aún seguía un poquito molesto con él y mucho con Roy.

Su lado racional le decía que era la primera vez que se enamorada y por eso se ilusionó demasiado, ahora todo le explotaba en la cara y bla, bla bla.

La verdad era que no escuchaba a su cerebro como era lo habitual. Daba vueltas en la cama tratando de dormir, pero apenas cerraba los ojos, veía a Roy confesándose a su hermano, traicionándolo, diciendo que sólo usó a Ed para acercarse a él. Se tapó la cabeza con las sábanas mientras insultaba mentalmente a Roy, preguntándose por qué no lo podía dejar de querer. Por menos terminaba detestando a las personas.

Pasó una semana, y el rubio trataba de seguir con su vida. Fingía que nunca pasó nada, pero cuando nadie lo veía, su semblante cambiaba a uno triste y desolado. Trataba de distraerse, de pensar en otra cosa: leía, escuchaba el radio, incluso empezó a hacer manualidades con papel para pasar el tiempo... pero nada funcionaba.

Apenas se quedaba solo en la noche, el dolor de su pecho lo inundaba y torturaba su mente.

Llegó el día de una ceremonia en honor a los soldados caídos durante el evento de Padre, y todos los militares debían usar un uniforme especial. El traje en general era un saco, botas hasta las rodillas, guantes sólo en los dedos y un sombrero tipo militar. El de Ed tenía una rosa azul y otra amarilla. Su saco tenía dos medallas: Una por derrotar a Padre y otra por su gran aporte en la verdad de la piedra filosofal y la guerra de Ishval. El sombrero le estorbaba para arreglar su cabello así que simplemente lo dejó suelto.

Desde el incidente de la quimera león, le habían puesto un guardia que los escoltaba a él y Al de su casa al trabajo y se quedaba afuera a vigilar que todo estuviera bien. Eso era una tortura para Edward, él era un espíritu libre y en ocasiones se veía tentado a escaparse por la ventana, pero sabía que si algo le pasaba, sólo preocuparía a Alphonse e Isaac y desistía de la idea.

Pero su paciencia tenía un límite y ya había llegado a éste. No le apetecía ir a una aburrida ceremonia donde todavía Mustang estaría presente. Harto y enojado de sólo pensarlo, ató algunas sábanas entre sí y luego a la pata de la cama. Bajó por la ventana con cuidado y sin hacer ruido. Sólo iría a dar un pequeño paseo, no tardaría demasiado.

Caminó sin rumbo, sólo disfrutando el aire fresco. El cielo se estaba tornando naranja, anunciando que pronto se escondería el sol. El rubio llegó a una enorme casa que llamó su atención, pues la fachada le recordó un poco a donde él vivió con su familia cuando era un niño. Las paredes eran blancas y las tejas del techo color naranja rojizo. Unas flores pintadas en algunas columnas adornaban con su color dorado, mientras que la puerta principal era de madera oscura. Tenía forma de arco en la parte superior y a cada lado tenía una columna sencilla.

Ed se quedó admirando la casa, algo lo llamaba a ella. Se acercó a la barda para mirarla mejor. De repente, la puerta se abrió y dejó ver un hombre joven con rasgos orientales.

-¿Ling?

-Lo siento, chico. –Sonrió el joven, y Edward pudo ver sus ojos morados. Aquél chico se parecía mucho a Ling, pero con el cabello corto y esos extraños ojos lilas. –Tal vez me estás confundiendo con mi medio-hermano. El príncipe Ling de Xing.

Resultado de una transmutación humana. |REESCRITAWhere stories live. Discover now