Visita a los revolucionarios

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—¡Que alguien le ponga cinta al mocoso de ahí! ¡Que me tiene harto! —. Grito con una vena de enojo el hombre que Luffy denomino como tres pelos. Ya que insistió mucho las primeras horas de que no estaba calvo.

—Lucy tengo hambre—. Se queja Luffy con petulancia.

—Cuando salgamos de aquí te daré mucha carne, pero solo si haces lo que te dije—. Le susurré al cual él me asintió con entusiasmo.

—Ojalá pudiera ser tan positiva—. Murmuro al hombre que estaba en la jaula del alado.

—No soy positiva, soy realista, además tengo que asegurarme que los puños del abuelo se concentren en ellos y no en nosotros—. Dijo la niña lo último con un fuego en los ojos.

—¡Así es! —. Afirmo Luffy mientras alzaba las manos causando la risa de nuestro vecino.

Lucy

Eso causo que nos gritaran para que cerráremos la boca, lo que respondimos con muecas que hicieron reír por lo bajo a nuestro vecino de celda. La verdad a mí y a Luffy nos calló bien, compartió su comida con mi hermanito, por lo que no lo olvidaremos.

—Me siento mal por alegrarme de que esten aqui dando vida a este lugar—. Susurro Will mientras se acostaba para tomar una siesta.

—Lucy, ya no quiero ser pasante—. Lloriqueo Luffy. —Además, odio estas cosas, me siento muy débil con ellas—. Finalizo mientras fulminaba con la mirada las esposas que le avían puesto.

—Es paciente y será cuando estemos en tierra—. Respondí mientras repasaba nuevamente el plan.

Lo malo es que a nosotros no nos sacaron de la jaula, parece que fuimos la mercancía más complicada de capturar y decidieron no arriesgarse, no pude evitar enviarles una mirada sucia a los que lo sugirieron, puede que les hayamos mordido uno que otro dedo los primeros días, pero igual es molesto.

Will nos dio una mirada de lástima mientras no veía, al final nos encontramos en una oficina con muchos papeles interesantes, al parecer no avían estado de acuerdo con los precios, en especial el de nosotros.

—Merezco un mayor porcentaje, fue un grano en el culo atraparlos—. Dice tres pelos con indignación mientras señala a Luffy mientras este se pica la nariz. —Es de goma, sabes lo entretenido que será para los compradores, es resistente a los golpes y con imaginación tiene muchos usos perversos, y su gemela haría un interesante juego—. Agrego mientras se cruzaba de brazos.

Eso me molesto, pero no dije nada, ya que al parecer decidieron seguir con su discusión mientras caminaban por los alrededores dejándonos en nuestra acogedora jaula.

—Luffy ya es hora—. Dije con una sonrisa mientras le quitaba las esposas de piedra marina, para luego tocar el candado de nuestra jaula para que desapareciera.

Luffy se puso muy juguetón en la oficina mientras que yo tocaba todos los documentos, la verdad Luffy con su estiramiento lograba encontrar más documentos que parecían importantes, por lo que solo le pedía que fuera más silencioso.

—Vamos, tenemos que irnos—. Dije mientras de alguna forma burlamos a los guardias.

—Lucy, mira es Will—. Dijo Luffy mientras señalaba una sala con muchas jaulas, este simplemente corrió hacia él.

Él nos reconoció con una cara de sorpresa, y su sorpresa aumento más cuando abrí la jaula.

—No sé cómo lo hiciste, pero tienen que salir de aquí, ustedes no tienen estos collares, por lo que estarán bien—. Dijo con toque de amargura al final.

—Si los collares son malos, pues te lo quitaremos—. Dijo Luffy decidido, con su plan, y antes de que se negara toque su collar, lo que causo que desapareciera.

—Pero como... —. Murmuró confundido. Poco a poco un pequeño escándalo se formó con los otros prisioneros que susurraban que no los olvidaremos de ellos.

—También soy usuaria, puedo guardar cualquier cosa que toque—. Presumí mientras rápidamente tocaba todos los cerrojos de las jaulas para ceguera con sus collares.

Al final resultó en una fuga masiva, lo que nos ayudó, todo quien se fue por su lado, lo malo que qué apestoso nos vio y accidentalmente hicimos enojar a un hombre que Luffy denomino como tablero de ajedrez por sus dientes y decido perseguirnos. Fue el más molesto hasta ahora, pero de alguna forma Luffy me arrastro a una caja, lo que causo que nos perdiera, aunque antes nos topamos con gente desagradable que enojamos aún más.

—Lucy, esto es carne, dura pero rica—. Dijo Luffy con las mejillas como ardilla. Fue cuando la casa se empezó a sacudir que le hice señas de silencio, esta caja irá algún lado fuera de esta isla, lo que es lo mejor para nosotros y además tiene carne.

Por lo que la pasamos un par de días en la caja, lo bueno que era grande, tanto que los dos podíamos dormir sin problemas, y Luffy estaba contento, se estaba comiendo nuestra cama.

Baltigo

—Y con esta caja se completan nuestras provisiones para los siguientes meses—. Murmuró para sí misma una chica peli-naranja mientras empezaba abrir la caja para dar un grito de la sorpresa mientras dejaba caer lo que traía en las manos.

—Koala ¿Qué pasa? —. Pregunto preocupado un gyogin mientras echaba un vistazo para quedarse con la boca abierta al ver que donde se suponía que debía ver más de una tonelada de carne seca se encontraba dos niños, casi adolescentes.

La niña fue la primera en despertar para que de un codazo despertara al niño, con solo mirarlos no cabía duda de que estaban relacionados por la sangre. Eran como dos gotas de agua.

—Hola, yo soy Monkey D. Lucy y él es mi gemelo—. Dijo la chica con una voz chillona, pero dulce, con una bonita sonrisa que resaltaba la grasa de bebe que aún tenía, lo que le daba una apariencia más inocente de lo que ya era.

—¡Y yo soy Monkey D. Luffy y seré el rey de los piratas! —. Se presentó el niño con mucha energía.

—Son como gatitos en una caja—. Dice Koala mientras les tomaba una foto con los niños posando, uno orgullosamente mientras la niña de forma tierna, lo que su compañero no pudo evitar darle una mirada.

—¿Qué? Tengo que hacer un informe del cómo no recibimos nuestro pedido de carne seca y nos trajeron dos niños—. Respondió Koala con las manos en la cintura desafiante.

Lo que nos llamó la atención fue como el niño empezó a silbar mientras miraba a otro lado y la niña daba un suspiro de resignación. Pero no paso nada cuando los niños lo miraran con estrellas en sus ojos.


Entre Risas y AventurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora