Capitulo⁴⁹|fin

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Jimin tomó aire profundamente. En una esquina, Jungkook le sonreía para tranquilizarlo, en sus manos sostenía una canasta con una variedad de flores silvestres que perfumaba agradablemente el área donde estaban reunidos. Namjoon se encontraba durmiendo tranquilamente entre sus brazos a su pequeña Ji-Eun; la bebé mantenía su cabecita escondida en el pecho de su papá, utilizando su aroma para adormecerse y mantenerse tranquila el resto de la ceremonia.

Sintió a su abuela tomarle la mano sobre la mesa. Frente a él, la mujer le sonreía mientras esperaba paciente el comienzo de la ceremonia. Mantenía una expresión apacible y le transmitió paz a través del lazo de sangre que los unía en manada. Jimin le sonrió de vuelta, agradecía enormemente que ella haya accedido a realizar la unión, puesto que su familia se había opuesto a realizar la ceremonia sin antes pedir permiso a todos los líderes de la manada; lamentablemente Taehyung corrió con la misma suerte, teniendo a su hermano como el único miembro dispuesto a asistir.

Miró a los grandes ventanales que daban una maravillosa vista del exterior. La luna se mostraba imponente en el cielo estrellado, iluminando la noche con sus preciosos rayos plateados, la noche era bella, ni siquiera las nubes se atrevían a opacar la exquisita vista, parecían ser cómplices del lazo de amor que se formaría bajo su cobija.

Su abuela miró la hora, alzó su mano y dio indicaciones para que Taehyung lo acompañara. Jimin suspiró inquieto, su tigre daba vueltas y rugía clamando por su pareja, volteó en dirección a la puerta que daba a una habitación de descanso, Eun-woo giró el picaporte adentrándose al cuarto para ayudar a su hermano, quien intentaba alizar las arrugas inexistentes de la chima (prenda inferior del hanbok -falda-), en una clara señal de nerviosismo. El alfa sintió su estómago revolotear cuando vio a su pareja salir vestido en un hermoso hanbok rojo (traje tradicional coreano).

El jeogori (prenda superior del hanbok) estaba adornado por unas magníficas flores bordadas con hilo de oro que hacían juego con el binyeo (horquilla ornamental tradicional de corea) que sobresalía reluciente en los extremos de su rostro. Su rubio cabello estaba pulcramente recogido gracias al jokduri (corona tradicional coreana utilizada en ocasiones especiales como bodas) que reposaba en su cabeza, impidiendo que los mechones rebeldes se escaparan por su frente. Su estómago revoloteó al ver a su precioso omega sonriéndole de frente.

Jimin le extendió su mano y lo ayudó a sentarse sobre el cojín que reposaba en el suelo. Había insistido en conseguir sillas que lo mantuvieran en una posición más cómoda, pero Taehyung había descartado la idea.

Su mirada se posó con cariño en la falda que se abultaba y revelaba el redondeado vientre de seis meses. Jimin no pudo resistirse a acariciar con ternura el estómago de su omega, sintiendo a su bebé moverse inquieto, siendo afectado por la emoción de sus dos padres. Taehyung sonrió con amor, la euforia los recorría como una corriente que entumecía sus sentidos, nunca pensaron en realizar una ceremonia para unirse y ahora ambos se preguntaban porque habían sido tan renuentes a tan bonita idea.

Se pusieron en posición e hicieron una reverencia demostrando respeto hacia la líder. La anciana devolvió el gesto con un leve asentimiento de cabeza, empezando oficialmente la ceremonia.

— La luna brilla a lo alto del cielo — comentó — Hoy nuestra madre nos ilumina y permite a sus hijos unirse en un solo espíritu.

Jimin tomó el vino de arroz y lo sirvió a su abuela, la anciana tomó un sorbo con tranquilidad, disfrutando del agradable entorno provocado por la felicidad de los dos enamorados.

— Espero que su unión dure eternamente y sus almas sigan como uno solo. — les dijo con sinceridad — Que la luna les conceda los hijos y la descendencia que deseen.

La mujer tomó un puñado de castañas preparándose para lanzarlas al hwarot (ropa tradicional coreana utilizada para ocasiones ceremoniales) como dictaba la tradición. Taehyung le dio un extremo de la tela a Jimin y ambos la extendieron listos para recibirlas. Jungkook sacó la cámara y buscó el mejor ángulo para fotografiar a sus amigos. Cuando la primera castaña logró caer dentro de la tela de su amigo chilló de emoción, Taehyung rio divertido intentando coordinarse con su alfa para poder atrapar cuantas castañas sean posibles. La abuela aplaudió disfrutando presenciar el esfuerzo de ambos para obtener todas las castañas que había lanzado.

— Atrapamos cinco — Jimin contó — cinco niños.

— Descuenta una castaña, porque ya tenemos uno en camino.

Taehyung acarició su estómago, intentando calmar a su cachorro que pateaba contento.

— Ji-Eun tendrá muchos amigos y hermanos con quien jugar. — Namjoon besó la frente de la bebé cuidando de no despertarla — Será muy feliz.

— ¿Cuántas castañas recogieron ustedes? — preguntó Eun-woo.

— Diez, la mamá de Jungkook se encargó de tomar un puñado lo suficientemente grande para que atrapemos varios.

Taehyung tomó los frutos secos entre sus manos con una especie de adoración hacia su significado. Alzó la mirada y Jimin pudo ver sus bellos ojos danzar alegres, suspiró completamente perdido, fascinándose con la imagen de cinco bolas de pelo jugando y brincando de un lado a otro.

— Este es mi regalo — la anciana tomó un envoltorio de seda azul y lo desamarró — Una muestra que nace de mi otorgártela y que me llena de felicidad al saber que tus manos son las que la aceptan. — descubrió dos hermosas estatuillas de tigre hechas de oro puro.

En los no híbridos se daba una pareja de patos como símbolo de felicidad, sin embargo, cada manada los modificaba dependiendo de su especie.

— Lo agradezco con todo mi corazón. — Taehyung sostuvo los tigres con cuidado.

Estaba completamente agradecido por el gesto, sabía que eran dos estatuillas que pertenecían a la manada de Jimin y se sentía completamente honrado por ser quien las heredaba.

— La luna se alza entre nosotros y nos regala su luz, agradezcamos hoy que nuestra madre ha permitido la unión de esta pareja que trajo consigo un lazo indestructible entre manadas.

Jimin se acercó a los bellos labios de su omega, besándolos con infinita adoración, escuchó los aplausos resonar con regocijo. El lazo vibró envolviéndolos en un aura de amor puro, trayendo consigo el roce de sus espíritus que jugaban y se correteaban alegres.

Tigre y gato unidos en un lazo que sobrepasaba los límites carnales, prometiéndose acompañarse hasta el final de los tiempos.

Dulce ronroneoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora