A heart that's full up like a landfill

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La mañana iba bastante mal para el pelirrojo, su pobre corazón denotando que estaba entre nervioso y ansioso; llegaría un estudiante de intercambio desde Japón. De todos los chicos que pudo elegir el director para ser su guía, ¿Por qué tenía que ser él?, ¿No tenía ya suficientes responsabilidades?, pero fue entonces cuando recordó sus palabras.

—Su tío es una de las personas más influyentes de Japón, necesito que se acople muy bien a la institución. — Acarició su barbilla, recargándose en el respaldo de su silla. — Y no hay nada mejor que alguien que hable su lengua materna y lo ayude a sentirse familiarizado…

Con cierto nerviosismo se dirigió a la oficina: abrió la puerta y sus orbes azules se encontraron con los del contrario. No exageraba cuando decía que era el chico más hermoso que había visto en su vida. Tenía el cabello castaño un poco desordenado; unos preciosos orbes marrones. Su piel blanquecina; similar a la nieve y unos rasgos bastante finos. Era alto: mucho más que él, y aunque un poco delgado, estaba en forma. Usaba unas vendas que cubrían su cuello y parte de sus manos. Su voz, bastante calmada; a simple vista era el chico perfecto.

El director se levantó de su asiento, dejó los papeles en el escritorio y se dirigió a los menores. —Dazai, él es Nakahara Chuuya.— Decía presentando al pelirrojo — Será tu compañero de cuarto y él te estará guiando por toda la escuela.

Dirigió su mirada a Chuuya —Chuuya, él es Dazai Osamu, el alumno de intercambio.—

—Un gusto…— Él pelirrojo levantó su mano ofreciendo un apretón de manos, el cual el castaño correspondió mientras lo veía: había quedado maravillado a primera instancia de sus ojos azules y las múltiples pecas esparcidas en su rostro.

Ambos chicos salieron de la oficina, Chuuya comenzó a explicarle acerca de las reglas a tomar en cuenta en el instituto como; la puntualidad; mantener el orden dentro de la institución; presentación y demás reglas comunes en instituciones como esas. Le indicó cual era cada salón, los horarios que tendrían, algunas de las materias y de ser posible; algunos de los temas que se encontraban viendo. Dazai se encontraba perdido en sus pensamientos; haciendo caso omiso a lo que Chuuya le estaba explicando. Si tenía una duda, siempre podría preguntarle de nuevo. Esto continuó un rato hasta que el ojiazul notó la falta de atención del castaño.

—¿Siquiera me estás escuchando? —Se podía notar cierta frustración en su voz.

—Oh disculpa, ¿Estabas hablando?— Respondió distraído. Eso fue el colmo para Chuuya.

—¡Llevo media hora intentando explicar…! — Se sentía sumamente frustrado, a pesar de estar nervioso y prepararse mentalmente: no importaba si el otro no se esmeraba en lo más mínimo en ponerle atención. 

El otro no supo qué responder, le pareció un tanto intrigante verlo tan molesto por algo como esto, pero solo dejó que continuara. —Entiendo si no te podría importar menos estar aquí; yo tampoco quiero tener que guiarte, así que hagámoslo más sencillo y acabemos de una vez con esto… —Hablaba tajante mientras trataba de avanzar.

No esperaba ese cambio de humor tan repentino en el pelirrojo.  —Entonces no tienes que hacerlo, si tanto te abruma…no necesito que me guíes. — Él también se sentía cansado, no quería molestar a nadie; pero al parecer lo estaba haciendo sin esfuerzo alguno. Avanzó un poco más con el otro intentando alcanzarlo.

—No se trata de eso, solo déjame seguir explicando, además tú promedio no es el que está en juego…

—Tienes razón Chuuya, no lo está, quizás deberías esforzarte. — Sonrió de forma cínica.

El otro solo le dirigió una mirada molesta, quería insultarlo ahí mismo: el castaño notando su molestia al instante. Era un poco gracioso verlo así, aunque no le gustará sacar de quicio a las personas, lo del disfrutaba de vez en cuando.

No surprises - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora