I'll take a quiet life

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La lluvia comenzaba a notarse por el vidrio, mientras el de ojos marrones la observaba con detenimiento desde su lugar: contaba con la suerte de que este siempre se encontrara al lado de la ventana. Podía pasar horas perdido en sus pensamientos, reviviendo tantos momentos en su vida: en particular aquel, preguntándose ¿Qué salió mal? el cual, afortunadamente siempre se encontraba al lado de la ventana.

Se sentía sumamente cansado: la semana había sido bastante agotadora. Entre realizar entregas finales de proyectos hasta estar lesionado emocionalmente, llegaba a un punto en dónde sentía un quiebre. No importaba cuán brillante o inteligente fuera, era demasiado. Mientras se llevaba cada vez más al límite, no le quedaba otra alternativa más que hacerlo, ya que, si no era bueno en esto, ¿Cuál era su propósito?

Comenzó a deshacerse en lágrimas sobre su escritorio, con la cabeza recargada sobre sus brazos. Era demasiado. Desde Odasaku, la escuela y el cambio tan abrupto al que tuvo que enfrentarse. Se sentía sumamente agotado y quería llorar por horas; lo estaba haciendo. Cansado, se recostó en su cama mientras se hacía bolita y trataba de morder su muñeca para no hacer ruido. Después de un rato giró su cuerpo mirando al techo, aún con lágrimas en los ojos y mordiendo su muñeca: muy miserable, con un sentimiento de vacío, deseando que su amigo estuviera con él; aunque sea para charlar un rato y olvidar todos sus problemas. Un simple abrazo lo calmaría y lo haría dejar de sentir por un tiempo. Pasó así unos cuantos minutos más; su llanto cesó poco a poco, hasta quedarse profundamente dormido.

Chuuya quien había escuchado todo, se dió cuenta de que quizás lo que pasaba era algo más grave. Llevaba así un tiempo dónde lloraba cada noche durante las últimas 2 semanas. Sus conversaciones no solían ir más allá de un buenos días o algún comentario acerca de las tareas y proyectos. Nunca se tornaba en algo personal y aunque Chuuya quisiera preguntar: Dazai siempre cambiaba o evitaba el tema. Era así desde que se conocían, no eran cercanos; nunca habían detalles, ¿Qué podía hacer para ayudar?, o más bien, ¿Si le brindaba ayuda, él la aceptaría?. En lo poco que llevaba conociéndolo: sabía que era una persona de lo más reservada y que nunca mostraba lo que sentía en realidad; como él mismo lo había dicho, no eran cercanos ¿Entonces por qué lo haría?.

Aunque él sabe lo que es estar en un país ajeno: solo, sin nadie que pueda escucharte y que, de vez en cuando hables con tus padres, pero tampoco hagan mucho: no por qué no te amén, si no por qué están ocupados en sus propios asuntos. Entendía que podría pasar por algo similar, aunque no fuera lo mismo. Quería ayudarlo y que se sintiera escuchado quizás, que pudiera verlo como un apoyo. No le gustaba escuchar llorar a las personas y no poder hacer nada por consolarlas.

Pues, él siempre creía que podía sacar lo mejor de las personas o hacerlas sentir mejor, aunque eso implique perderse a sí mismo en el proceso.


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El aspecto de Dazai era un tanto deplorable; sus ojos un tanto inflamados contaban con numerosas ojeras; su rostro pálido se veía muy cansado, se notaba que no había dormido bien en días. Sus orbes solo mostraban aún más los estragos de su depresión. No podía ocultar que había llorado la noche anterior y mucho menos fingir que se encontraba "bien". Lo primero que captó la atención de Chuuya al levantarse, fueron los intentos del de ojos marrones por intentar bajar las ojeras y la irritación. Era igual que los otros días, dónde despertaba en el mismo estado: él hacía caso omiso para evitar incómodarlo, sólo que está vez se acercó a preguntarle.

—¿Te encuentras bien?

—¿A qué te refieres?— Lo miró con incredulidad todavía en el lavamanos intentando mejorar el aspecto de sus ojos.

No surprises - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora