II: Mano derecha del comandante

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Al momento de que la luz del Sol golpeó su rostro, pudo darse cuenta que tras haber sido encerrada por una semana con tres días sin bocado alguno y heridas de tortura aún frescas, ahora era libre por completo.

¿Podía estar segura de que no sería capturada otra vez?

───Huh, con que había una rehén.

La voz masculina le hizo girar el rostro con lentitud, tratándose de un hombre con una camisa abierta de color violeta y cabello rubio similar a las hojas de una piña, pudo notar el tatuaje de Barbablanca en su torso y pecho.

Ace por su parte solo asintió, mirando de reojo a la chica que de forma inconsciente había comenzado a tensar su agarre alrededor de su cuello.

«En verdad que es muy desconfiada...» pensó para sí mismo, notando aquella actitud recelosa en la pelirroja.

Por otra parte, los piratas que habían quedado vivos junto con el capitán estaban en la cubierta atados de manos y arrodillados, en espera de lo que iba a ser de sus vidas ahora.

Ace miraba a cada uno con furia impasible, pese a lo calmado que se veía igualmente era aterrador.

───¿Cuál fue la orden de padre? ───Masculló hacia Marco, quien solo se cruzó de brazos con los ojos cerrados.

───Que dispongas lo que quieras, supo sobre la rehén así que queda a tu merced lo que pase con sus vidas.

Ante aquella respuesta de parte del rubio, miró a Nahir la cual estaba en silencio sepulcral observando a aquel que hizo su vida miserable por nueve años consecutivos, provocando que la ira contenida explotara.

El usuario de Mera Mera No Mi alzó una ceja notando la expresión de la muchacha, a lo que sonrió de lado.───Es tu decisión lo que pase con ellos, sirenita.

El apodo le tuvo sin cuidado en lo absoluto, solo pudo bajarse de la espalda musculosa del comandante pecoso para caminar algo despacio y cojeando hasta aquel que era el capitán.

Este observó a la chica con desdén, mientras que ella solo podía sentir su sangre hervir con rabia y odio.

───Dile a tus camaradas que se cubran los oídos. ───Fue lo único que pudo decir, sin apartar la mirada del capitán que ahora había palidecido al escuchar sus palabras.

Ace estaba algo confundido, pero asintió antes de decirle a Marco que todos los de la tripulación de Barbablanca se cubrieran los oídos, incluyendo los que estaban en el Moby Dick junto a Barbablanca quien estaba sentado esperando el desenlace.

Una vez que todos estaban cubriéndose los orificios auditivos, la pelirroja cerró los ojos para dejar que su voz saliera de forma melodiosa.

Los piratas malignos intentaron no escuchar aquella voz, pero era demasiado tarde al momento en que las primeras notas fueron cantadas; los piratas de Barbablanca aunque no podían oír la melodía sí podían ver lo que estaba sucediendo ante sus ojos, algo que cualquier usuario de alguna Akuma No Mi haría erizar los vellos de la piel ante el terror.

Los ojos de los piratas Orcas Asesinas se tornaron blancos, completamente idos mientras se ponían de pie lentamente para caminar hacia la borda del barco para lanzarse con manos atadas a las profundidades del mar; lo más resaltante de aquel escenario fue ver que ninguno de los piratas luchó por salir a la superficie, dejaron que sus cuerpos se hundiesen hasta lo más profundo del océano.

━━𝙒𝙖𝙧𝙢𝙩𝙝 | portgas d. aceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora