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El jadeo ronco y sensual que escapó de su garganta al cortar el beso, fue como recibir un relamazo de una corriente que le atravesó el cuerpo y le golpeó el cerebro, dejándole la mente en blanco por varios segundos. Sentía sus labios húmedos, hinchados y entumecidos. Respirar le era difícil,  como si tuviera una estaca de pura tensión atravesada en el pecho.

Sesshōmaru se lamió los labios para después morderse el inferior. Tenía la mirada oscurecida a causa del placer más puro que le corría por todo el cuerpo. Si la había invitado a su apartamento era únicamente y estrictamente para follar. Kagōme lo recorrió entero hasta que su mirada turbada se clavó en su prominente erección. La polla se le marcaba perfectamente contra la suave tela del pantalón de algodón que usaba. El elástico se aferraba a sus caderas afiladas.

— Ven — le ofreció la mano. Mano que ella tomó sin chistar.

La guió por la amplia sala hasta llegar a un pasillo iluminado por la tenue luz de la lámpara empotrada en el techo. Abrió la puerta de la extensa habitación, la guió hasta el medio y se colocó detrás de ella. El vestido escotado le facilitaba las cosas pues sus manos comenzaron a acariciar sus hombros desnudos, descendieron hasta su clavícula y ahuecó sus tetas para luego masajearlas con movimientos lentos.

Kagōme cerró los ojos mientras sus labios luchaban por no dejar escapar esos gemidos placenteros que se arremolinaban en su garganta. Sentía el calor de sus manos grandes a través de la tela de su vestido, el cual bajó minutos después. Sesshōmaru dejó escapar un gruñido de satisfacción al descubrir que no usaba sostén. Eran tal cual las imaginó; suaves, firmes y redondas. Una auténtica delicia. Toqueteó sus pequeños y duros pezones.

— Eres deliciosa — murmuró en su oído. Kagōme se mordió el labio inferior y recostó la cabeza en su sólido pecho.

Para Sesshōmaru solo era una más. Sonaba cruel pero esa era la realidad. Lo único que hacía el momento especial es que era la novia de su amigo. Lo prohibido, lo incorrecto, lo inmoral; le resultaba tan satisfactorio. El ego le aumentaba a grandes escalas al tenerla a su disposición; tan dosil, tan manejable, tan fácil...

¿Qué era Sesshōmaru para Kagōme? Quizá curiosidad, una nueva experiencia, un caprichito, un desliz. Ella no lo sabía y ni siquiera quería pensarlo. Solo quería vivir el momento. Disfrutar de sus caricias demandantes. De sus besos urgidos y candentes.

— ¿Con cuántos? — interrogó, besándole el cuello — ¿Cuántos han probado este coño, Kagōme?

Deslizó su mano por sus muslos y ascendió lentamente hasta rozar sus bragas. Kagōme dio un respingo al sentir sus dedos acariciándole su sexo con una calma que le producía una sensación de cosquilleo en una zona específica.

— ¡Aah! — gimoteó en un susurro. Sesshōmaru aumentó la velocidad del movimiento de sus dedos. Moviendolos a lo largo de su raja.

— ¿Con cuántos? — repitió la pregunta, agarrándole el cabello y halando de el. Kagōme experimentó,por primera vez, el placer que produce el dolor iflingido por ese hombre.

— Solo...solo Kōga — contestó con voz trémula.

Sesshōmaru le sacó el vestido, dejándola cubierta únicamente por una pequeña tanga negra que se escondía enmedio de su culo respingado. El que no fuese una mujer de mucha experiencia, le satisfizo de cierta manera.

Nuevamente la tomó del cabello y la giró. Sus ojos azules se clavaron en su rostro. Tenía  las pupilas dilatadas, las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos. Sus pezones eran diminutas bolas de carne; erectos, rosáceos y apetecibles.

Recién iniciaba el acto pero Kagōme podía percibir el abismo de diferencias entre su novio y él. Kōga jamás la tomaría del cabello de esa forma tan brusca, tan ruda. Kōga era de besos suaves, de caricias delicadas y palabras bonitas dichas al oído con sentimiento.

Red thread © [Sesshome]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora